viernes, 29 de agosto de 2014





DE DICHOS, LUNFARDOS Y OTRAS HIERBAS

Seguimos realizando aportes a nuestra sección abandonada pero nunca olvidada de “Dichos, lunfardos y otras hierbas”, con el objetivo de contribuir a la cultura universal… (Bueno, por ahí no tanto).

Hoy: Palabras iniciadas con la letra “I”.
  • Ideología: Conjunto sistematizado de ideas de una persona, doctrina, etc. // Dícese de una practica social abandonada por muchas personas, de paradero desconocido y sin muestras de estar siendo buscada.
  • Idiota: Muy poco inteligente. Aplicable a aquellas personas que………..aplicable a muchas personas por diversos motivos.
  • Iglesia: Conjunto de los fieles, creencias y clero de la religión católica regido por el Papa.// También referente a la institución que, a pesar de su condena a las indulgencias, parece haberla obtenido al ubicar como máximo representante a un Papa que se hace el copado, acompañado por una serie de gestos modernos.
  • Ilusión: Imagen engañosa formada en la mente acerca de algo real que se interpreta erróneamente. Por ejemplo: creer ilusoriamente que cierta modernización de la institución católica ya mencionada puede borrar 1500 años de pecados comprobados.
  • Intelectual: Relativo a la inteligencia o a los intelectuales.//También referente al imbécil (tonto) que escribe en un blog de Internet y cree que marca un camino, lleva la luz, señala el futuro o cualquier otra idiotez (cualidad de idiota) con la cual se autoconvence y engaña de su importancia (que tiene valor) social. 


miércoles, 27 de agosto de 2014

Detrás de la Cordillera
38

Esa misma tarde a Patricio lo vendaron y lo cargaron en un camión. Pensó que ese era el final, que en un lugar del camino el camión detendría su marcha y con un tiro en la nuca sería arrojado al fondo de un barranco. Estaba tranquilo, desde el mismo momento de su detención la muerte era una posibilidad concreta, si hoy había llegado su hora, se sentía con el deber cumplido. La tortura no había logrado quebrarlo y las armas no habían sido encontradas.
El camión detuvo su marcha, pero no hubo tiro en la nuca ni fondo de barranco. Otra unidad militar era el nuevo lugar de detención, el recibimiento fue el común que tenían todos los presos, una lluvia de patadas y culatazos propinados por todos los efectivos.
Una vez en el calabozo le retiraron la venda, al acostumbrar sus ojos a la oscuridad pudo ver que en un rincón había dos camastros y para su sorpresa una persona estaba tirada encima de uno de ellos. Patricio se recostó sin hacer ruido y se quedo dormido.
Al despertar, ya era de noche cerrada, su compañero de celda, que dijo llamarse Paulo, lo convidó con un cigarrillo, a Patricio el tabaco le sabía al paraíso.
En voz baja comenzaron a charlar. Paulo contó que estaba detenido desde el mismo día del golpe. Creía que lo peor ya había pasado, ahora estaba legalizado y en las próximas horas sería trasladado a un penal a esperar una segura condena.
Ninguno de los dos preguntó al otro por su militancia política, ni a qué organización pertenecía, era una cuestión de mutuo respeto. Lo que sí hicieron, fue intercambiar opiniones sobre los errores cometidos, que permitieron el golpe fascista, pero sobre todo conversaron del futuro y del triunfo. Embargados de optimismo se durmieron de madrugada.
A  primera hora de la mañana vinieron a buscar a Paulo. Con un breve apretón de manos se despidieron y se desearon suerte mutuamente ante la mirada de los guardianes. Ya desde afuera del calabozo Paulo dijo riéndose.
-Te dejo la habitación del hotel toda para vos, ahora podés dormir en mi colchón que es más blando y usar mi almohada
Una vez que los pasos se alejaron por el corredor, Patricio comenzó a buscar en la cama de su compañero y en la almohada encontró un atado casi completo de cigarrillos.
El nuevo lugar de detención era mucho más flexible que el anterior, una vez al día era sacado de la celda y llevado a un baño donde, además de hacer sus necesidades, podía bañarse. Su ropa, que estaba echa jirones y llena de sangre seca, le fue retirada y a cambio le entregaron un pantalón y una camisa marrón.
En el baño se apelotonaban más de a cincuenta detenidos, estaba prohibido hablar y no se permitía ni el menor de los murmullos. Los guardias eran por lo menos veinte, en su mayoría soldados que no podían disimular su miedo. Aferrados a sus fusiles automáticos caminaban entre los presos con ojos desorbitados y los dedos engarfiados en  las colas de los disparadores.
Una noche, Patricio fue sacado de su celda, lo cruzaron por todo el patio de armas y lo entraron en otra edificación,. En la puerta sus guardianes lo entregaron a otros uniformados, el aliento de estos  delataba que habían estado bebiendo. Lo llevaron por un lúgubre pasillo y a medida que avanzaban la música resonaba con más fuerza.
Al final Patricio fue arrojado violentamente en un calabozo, en su caída piso un cuerpo que estaba tirado y envuelto en una manta sobre el suelo. Al ponerse de pie se disculpó, nadie le respondió, a sus espaldas alguien estaba llorando, no se atrevió a acercarse, buscó un rincón y se sentó sin hablar.



sábado, 23 de agosto de 2014

SEGUNDA TANDA DE DIBUJOS REALIZADOS POR CINTIA SEPULVEDA, QUIEN SOLIDARIAMENTE LOS COMPARTE CON USTEDES MEDIANTE ESTE BLOG. ESTÁN INVITADOS A VOLVER A PASAR Y DISFRUTAR.

Titulo: Niñez


Titulo: Desnudez


Titulo: Nadie nunca encuentra a quien busca
Material: Acrílico y oleo sobre fibrofácil


Titulo: Pobreza
Material: Acrílico sobre madera


viernes, 22 de agosto de 2014

Detrás de la Cordillera 
37

Una mañana se abrió la puerta del calabozo y dos soldados lo llevaron de nuevo hasta la oficina. El mismo oficial de la golpiza anterior lo recibió con una sonrisa.
-De nuevo nos vemos las caras güevón, para hoy te preparamos otra sorpresa-
Patricio bajó la mirada y  sintió que el miedo le anudaba las tripas.
-¡Cabo que traigan al prisionero! - Ordenó el oficial
Cuando lo ingresaron a la rastra, Patricio lo reconoció de inmediato, a pesar que era un despojo humano. Era el contacto del partido comunista que había estado en su casa.
-A ver vos, reconocés a este rotoso. Habló el oficial señalando a Patricio
El detenido con un movimiento resuelto se soltó de los brazos de que lo retenían y parándose firme sobre sus piernas, dijo con voz enérgica
-Tiene que dirigirse a mí con respeto teniente, aun sigo siendo un capitán del ejército chileno y un superior suyo ¡Firme, carajo!- Ordeno
El teniente dudó por un instante y se cuadró ante el detenido. La situación era absurda  y así lo entendió el oficial, que recuperando su postura contestó
Usted ya no es un capitán del ejército chileno, sino un traidor a la patria, que cambió nuestra bandera por un sucio trapo rojo
- Los únicos traidores son ustedes, que violaron el mandato de la constitución y están llenando las calles de sangre. Es una pena teniente, usted es muy joven, algún día se va arrepentir de esto. Mas temprano que tarde el pueblo les va pedir cuenta.
El teniente lo escuchaba y su cara se iba enrojeciendo, en un momento no se pudo contener y con un golpe sacudió la cara del capitán, pero éste, continuó hablando…
-Me puede golpear teniente, puede matarme una o diez veces, no importa, ustedes están derrotados por la historia, podrán demorar este proceso pero jamás detenerlo
Furioso el teniente lanzaba golpes para hacerlo callar, cuando lo consiguió  le preguntó:
-¿Lo conoces o no a este cabrón?
El capitán se tomó su tiempo para contestar, miró a Patricio de arriba a abajo y luego dijo
-Teniente, por favor acérquese. Desorientado, el teniente miró a sus asistentes y con cautela se acercó.
-Más cerca teniente, es muy importante lo que le tengo que decir-
Cuando los dos hombres estuvieron enfrentados a pocos centímetros, el capitán escupió con todas sus fuerzas en la cara del teniente
 -No lo conozco, nunca lo vi. en mi vida ¡Pendejo cobarde!.  Con desprecio, y bien fuerte para que todos escuchen respondió el capitán
El teniente enloqueció, volvió sobre sus pasos y sacó de un cajón del escritorio una pistola que descargó hasta el último tiro sobre el capitán. Al sacar a Patricio de la oficina, uno de sus carceleros patinó en el inmenso charco de sangre y terminó en el piso.








lunes, 18 de agosto de 2014

Grafos 2.0 tiene el inmenso agrado (bueno, a mí me agrada desde ya) de comentarles que el próximo viernes 22 de agosto se realizará otra presentación del espectáculo literario denominado Relatos del más acá (con libro inclusive). Tal evento se llevará a cabo en el Club Unión de Del Viso (French y Chiclana) a las 20:30 horas con entrada libre y gratuita!!!!!
Los esperamos!!!!!!!!!!!

miércoles, 13 de agosto de 2014

Detrás de la Cordillera
36

-No los voy a presentar, creo que los caballeros ya se conocen - Sonriendo habló el oficial
-Ahora vamos a hablar clarito, basta de mentiras. A ver vos, repetí la historia que nos contaste. Señaló el oficial con su dedo  haciendo  un gesto de gatillo apuntando a Hernán.
El cuñado bajó la cabeza, no podía soportar la mirada llena de desprecio de Patricio y en voz muy baja comenzó hablar.
-Unos días después del golpe, él vino por mi casa y me pidió que le hiciera un contacto con la dirección zonal del partido. Yo accedí,  el tema era un cajón lleno de armas, por lo que él me dijo eran granadas y armas largas, mi único compromiso fue hacer de enlace
-¿Y ahora qué tenés para decir?- Sarcástico preguntó el oficial
- Que este infeliz miente A Patricio le costó articular las palabras, tenía las carretillas endurecidas y los labios partidos. Al comenzar a hablar escupió pequeños pedazos de carne y un hilo de sangre corrió por su boca.
-Patricio por favor, no te hagas golpear más, decile donde están las armas y se termina todo. Ellos ganaron, es inútil resistir, sino hablás nos van matar - Imploró Hernán
-Hacé caso a tu cuñado que es un cabrón sensato. Nos decís donde guardaste el cajón y se van los dos para la casa, así de sencilla es la cosa. Aconsejó el oficial, al tiempo que  disfrutaba de la situación en la que se creía ganador.
Con la vista clavada en el piso, con la cabeza escondida entre sus hombros, Patricio escuchaba en silencio, era la imagen de un hombre derrotado y todos los presentes así lo entendieron. Pero haciendo un esfuerzo sobrehumano, concentró todas las escasas fuerzas que le quedaban en un punto, se lanzó como un rayo sobre su cuñado y usando su cabeza como ariete, le rompió la nariz de un cabezazo.
En la misma amplia y soleada oficina lo molieron a palos hasta desmayarlo. Luego lo tomaron por los tobillos y lo arrastraron hasta la sala de tortura. Patricio no recibió clemencia por parte de sus verdugos, desvanecido fue atado al elástico de una cama y su cuerpo inerte torturado. En muy pocos momentos de la larga sección recuperó la lucidez, cuando lo conseguía su mente tenía un único pensamiento, morirse para dejar de sufrir.
Mucho tiempo después, otros detenidos le contaron que su estadía en la sala de tortura había sido casi de veinticuatro horas. Patricio nunca había sido consiente del tiempo transcurrido, lo único que recordaba era la visita de un médico al calabozo y una vez que este se había retirado, el plato de comida y el jarrón de agua que le alcanzó uno de sus carceleros.
Por varios días se cortaron los traslados hasta la sala de torturas, el médico regresó un par de veces y hasta le permitieron que se duchara. Dos veces por día le alcanzaban un plato de comida y por las mañanas una jarra de café aguado con un trozo de pan. La fortaleza de su juventud le permitió recuperarse con prontitud, las heridas estaban cicatrizando y para las quemaduras profundas de su espalda, el doctor le había dejado una pomada.
Su mente también recuperaba claridad y de a poco fue armando el rompecabezas. De su  detención,  el único responsable era su cuñado Hernán. Jamás debí confiar en él, murmuraba en soledad, pero lo importante, era que las armas no habían sido halladas y mientras estas no aparecieran él tenia la batalla ganada. Pero al rompecabezas le faltaba una pieza y esa era su mayor preocupación.








miércoles, 6 de agosto de 2014

Detrás de la Cordillera
35

Desde su calabozo, Patricio reflexionó acerca de su situación. Larraín y Germán estaban muertos, por el cubano no debía preocuparse, sabia sobradamente que no se dejaría atrapar vivo y tenía en claro que los militares no habían podido encontrar el armamento. Si resistía la tortura salvaba las armas y él estaba totalmente convencido de lograrlo.
Sus reflexiones quedaron inconclusas al abrirse por una vez más la puerta de su calabozo. Patricio le dio la espalda a su carcelero, esperando que la venda cubriera sus ojos como de costumbre, pero para su sorpresa, el guardia lo tomó del brazo y lo sacó por el pasillo.
La oficina a donde lo ingresaron era amplia y estaba recién pintada. Por uno de los ventanales, el sol alumbraba la tarde con total  nitidez. Dos oficiales uniformados con sus galones relucientes, lo esperaban sentados en unos mullidos sillones. Con un gesto hicieron retirar al carcelero, quien con un golpe de taco y girando ciento ochenta grados, salió cerrando la puerta detrás de sí. Patricio permaneció de pie y en silencio frente a los militares.
-Nombres y apellidos completos  Pregunto el oficial de mayor graduación
-Patricio Guadalupe Quesada Cuestas
-Edad, estado civil y profesión
-Veinticinco años, casado y de oficio soldador matriculado
El interrogatorio continuaba por carriles formales y el oficial de menos graduación volcaba todas las respuestas en un papel escrito a máquina.
¿ Actividad gremial? - Continuó preguntando el oficial
- Sí, tengo representación gremial, soy delegado de mi sector y miembro de la comisión interna de la empresa Siderúrgica Chile Sur. Contestó Patricio, inflamando su pecho de orgullo.
- ¿A que organización política pertenece?
Patricio sin dudar  respondió:-Soy militante del Movimiento de Izquierda Revolucionario
-Remarque que el acusado reconoce su pertenencia a la organización subversiva conocida como el MIR -  El oficial le ordenó al escribiente, luego siguió con las preguntas.
-¿Qué grado militar ostenta en la organización?
-Ninguno, no pertenezco al frente militar, mi militancia es únicamente sindical. Sin titubear hablo Patricio. El interrogador se paró de inmediato al escucharlo y comenzó a gritar:
-¡¿ Que mierda te pasa güevón?! ¿ Necesitás otras visitas a los muchachos? Yo te llevo, no tengo ningún problema, te entrego a los perros ¿entendiste güevón?
Patricio lo miraba fijamente, no se dejaba amedrentar por los gritos. El oficial se sintió desafiado y con un rodillazo en los testículos lo derrumbó.
-¡Levántate cobarde, sos una marica, no te aguantás ni un solo golpe!
Desde el suelo, hecho un ovillo y con la cara desencajada por el dolor, Patricio estaba paralizado y no podía incorporarse. Esto enfureció aún más al militar que lo pateó hasta cansarse.
 Después de la golpiza lo tomaron a Patricio por los brazos y lo obligaron a pararse.
-Así que vos decís que no tenés nada que ver con el frente militar y menos con las armas. Te estas haciendo el güevón, pero a mi no me vas cagar. ¡Cabo, traiga el otro detenido!  Ordenó el oficial
Patricio se tambaleaba, apenas se podía mantener parado, pero cuando vio que ingresaron a su cuñado escoltado por dos soldados se le heló la sangre.



lunes, 4 de agosto de 2014



A PROPÓSITO DE PALESTINA

-No entiendo Carlos. ¿De que sirve que hablemos de lo que pasa entre Israel y Palestina si no cambia nada eso?, o sea, hablamos del tema, nos mantenemos informados... ¿y? no cambiamos nada con eso.
-No, seguramente no cambiamos nada con eso. Pero creo que el repudio generalizado hacia la situación se construye así. Con el tema circulando de boca en boca, en la calle, en las redes sociales, en donde sea. Y así se puede presionar: con el tema en boca de todos.
-Pero el tema no está en boca de todos…
-No, y justamente eso nos permite ver la importancia de hablarlo, aunque no podamos hacer nada, aunque a lo sumo vayamos a alguna manifestación en Buenos Aires o cualquier otro lugar. Imagínate que pasaría si el 90 por ciento de los adultos hablaran del tema. No solo crecería la presión hacia los gobiernos para que presionen a los directos responsables, sea Estado Unidos, Israel, etc. Sino que sería una enorme señal de respeto para las generaciones venideras: que vean que sus padres no son ni fueron indiferentes a una masacre del otro lado del mundo, aún cuando no podían hacer mucho para detenerla. Ese es un gran mérito.
-No entiendo la idea principal… ¿Cuál sería el mérito?
-Sentir bronca por algo ante lo cual no podemos hacer casi nada.
-Eso no sirve Carlos. Si no podes hacer nada, entonces…
-Casi nada. Nada sería ni dedicarle una palabra, un gesto, una bronca. Y ahí si uno estaría jodido como persona para mí.
-Si pero no me parece que en la práctica eso marque la diferencia. Es como el ejemplo de Facebook: la gente publica algo y con eso se siente tranquila y ya no hace más nada porque cree que ya hizo algo.
-Si, quizás esa sea una de las desventajas de las redes sociales. Pero, ¿Cómo te sentirías vos si no hablaras absolutamente nada del tema? Aunque te sientas impotente, ¿te sentirías bien siendo totalmente indiferente? O sea, ni siquiera mencionándolo en ningún lado, por ningún medio.
- ¿Pero que cambia Carlos? Eso es lo que no me convence. No cambia nada de esa forma.
-Pensalo de este modo: ¿Qué pasaría si nadie hablara de la masacre de Israel sobre Palestina? Nada. Porque no se puede hacer mucho desde acá, no se habla nada. ¿Qué pasaría?.... Sería realmente feo, ¿no? lo que cambia que al menos tenés la dignidad de dedicarle un rato de tu tiempo a algo que te parece terrible. Si esa actitud se pudiera multiplicar a más gente…se crearía lo que conocemos como “presión social”, u opinión pública o como quieras llamarlo.
-Bueno, decime entonces, ¿y cómo se logra eso?.
-Jaja…hablando. Mencionando lo que pasa es un comienzo. Recordándote a vos mismo y a todos que Israel está masacrando al pueblo de Palestina. Que Estados Unidos apoya a Israel. Que el gobierno argentino y varios más no repudian internacionalmente el hecho. Y que lo que pasa no convierte a todos los judíos en asesinos sin memoria. Justamente la memoria impulsa a la acción. Por eso es fundamental saber recordar: Vietnam, Bosnia, Bagdad, Siria. Ahora nuevamente Palestina.
-No se Carlos, no me convence mucho eso. Parece un triste consuelo.
-No quiero convencerte de nada. Pero lo que está pasando en Palestina es terrible, y no podemos dejar de decirlo, por más estéril que eso parezca. Y deberíamos gritarlo. Y quizás así vayamos logrando cosas más importantes para detener esto y no olvidar. Para cambiar lo que está pasando.
-Eso me gustó más…


Patricio López Camelo 

sábado, 2 de agosto de 2014

Detrás de la Cordillera 
34

Apenas lo subieron al camión, Patricio fue vendado y sus muñecas esposadas por detrás. Con una lluvia de culatazos y patadas lo depositaron en el suelo, quedando su cara pegada al piso. Durante todo el trayecto, los soldados se entretenían caminándole por arriba  y golpeándolo con las puntas de sus botas. Una vez que se fue habituando a la oscuridad y a los golpes comprendió que él no era el único detenido que iba en el camión. Con una de sus piernas buscó hasta encontrar la calidez de un cuerpo, luego afinando el oído, pudo diferenciar que los quejidos provenían al menos de tres personas distintas. Descubrir aquello le proporcionó serenidad, sentirse cerca de otro cuerpo,  aunque maltratado, tanto como el suyo, lo fortalecía y lo preparaba para los próximos acontecimientos, que imaginaba terribles.
Cuando llegaron a destino, fueron arrojados del camión. Los militares habían preparado un solemne  recibimiento. Los detenidos fueron pasando de a uno, a través de una larga fila de soldados que los golpearon a mansalva. Vendados, esposados, indefensos, los detenidos eran como pelotas ensangrentadas, que rebotaban de un lado a otro de la fila. Los quejidos fueron sepultados por las risas y las bullas de los uniformados, ninguno de los cuatro detenidos pudo llegar al final del túnel. Sus cuerpos desmayados quedaron al píe del mástil de la plaza de armas, de la unidad militar.
Al despertar, Patricio se encontró en un oscuro y estrecho calabazo. Le habían retirado la venda y las esposas. Todo su cuerpo estaba molido y no tenía ninguna parte que no le doliera; al intentar reincorporarse, las piernas no le respondieron y acabó de nuevo en el suelo.
En un momento, el pasillo de afuera del calabozo comenzó a tener movimiento y voces,  pasos de una punta a otra lo recorrían. Patricio intentó espiar por la puerta, pero no lo consiguió, era imposible, una gruesa chapa se lo impidió.
Un fuerte golpe contra la puerta lo sorprendió y una voz grave  ordenó:
 -Todos preparados que va a comenzar la función. Los pasos se alejaron, pero el golpe y la orden se iba repitiendo como por un eco a lo largo del pasillo, hasta perderse en la lejanía.
Por un largo rato todo fue silencio, de pronto el ruido de un cerrojo al correrse y los goznes de una puerta al abrirse se escucharon nítidos. Del otro lado de la puerta, Patricio se pudo imaginar como  un detenido era sacado del calabozo y arrastrado por el pasillo.
Cuando el primer alarido llegó a sus oídos, se le erizaron los pelos, la impotencia le anudó la garganta y le comenzaron a castañetear los dientes. Era insoportable, con las manos tapó sus oídos y cerró con fuerza sus ojos, pero los gritos permanecían ahí, parecían estar adentro suyo.
Estaba aterrado, cuando golpearon en su puerta sintió un inmenso alivio y se preparó con la mayor dignidad posible a enfrentar la situación.
El tiempo que permaneció en la sala de tortura era inconmensurable, lo mismo que el dolor que sufría todo su cuerpo. Los torturadores una y otra vez hacían una única pregunta: ¿Dónde están las armas? Los labios de Patricio permanecieron sellados. En varias oportunidades perdió el conocimiento, con rapidez lo reanimaban, alguien tomaba su pulso y ordenaba continuar. En un momento esa persona dijo basta y fue devuelto al calabozo.
Sus visitas a la sala de torturas se repitieron tres o cuatro veces en un lapso muy breve de tiempo, la pregunta era siempre la misma, ¿Dónde están las armas?. A pesar de permanecer siempre vendado, Patricio pudo reconocer por sus voces que sus interrogadores iban cambiando.
Una vez más, la puerta de su calabozo se volvió a abrir pero, esta vez sus carceleros variaron la dirección hacia donde fue conducido. Junto con otros detenidos fueron cargados en un camión y trasladados por un camino muy desparejo. El viaje duró alrededor de treinta minutos y al bajar se les retiraron las vendas. Patricio abrió los ojos con sumo cuidado, tratando que la claridad no lastimara sus pupilas. A pesar de la situación, era grato sentir de nuevo su piel expuesta al sol.
La veintena de detenidos  fueron empujados hasta el borde de una gran zanja, los soldados, con rapidez, tomaron posición a su frente y a la orden de un oficial descargaron los fusiles. Los plomos nunca llegaron hasta los cuerpos, pero el simulacro estaba bien realizado. Tan bien, que varios detenidos se dejaron caer y arrastraron a otros en su caída, al menos diez terminaron en el fondo de la zanja, entre ellos estaba Patricio. Las carcajadas de los milicos retumbaban por toda la montaña, no podían dejar de reír. Por un momento se despreocuparon de los prisioneros, esto le permitió a Patricio observar que el fondo de la zanja estaba lleno de cadáveres. Al reconocer en una de las osamentas sus zapatos de seguridad, un ramalazo de odio le sacudió todo su cuerpo dolorido. Desesperado buscó la cara que permanecía tapada por otro cuerpo y allí encontró el rostro juvenil de Germán.