lunes, 29 de septiembre de 2014

Relatos del más acá
Un espectáculo literario

Se presenta el jueves 2 de octubre en la Sociedad de Fomento José María Paz a las 13 hs (Centro de Jubilados). Calle Marañón 51176. Sourdeaux - Malvinas Argentinas.



domingo, 28 de septiembre de 2014






LOS FUEGOS DE LA POBREZA: HUELLAS

La pobreza deja huellas: Indelebles, imborrables.
Son huellas como un tatuaje, que con algo de trabajo y esfuerzo podemos hacer menos brillantes y fuertes. Pero no se van.
La pobreza carcome el inconsciente y calibra nuestras acciones cotidianas aún cuando creemos que la dejamos atrás, en un pasado remoto al cual no queremos volver.
La pobreza cae sobre nosotros como la neblina de las noches de invierno, vuelve infernales las madrugadas de frio y su fuego nunca se extingue del todo.
La pobreza tiene caras: de barro interminable, de pies descalzos, de hacinamiento obsceno, de lluvias largas, de ostentación violenta, de brutal aculturamiento, de colonización ideológica: de pervertida culpa por ser pobre.
La pobreza es palabra prohibida de muchos discursos, temática fácil y bien vista en muchos otros.
Está prohibido nombrarla en ciertos barrios, recintos, ámbitos. Frente a determinadas personas. Y se la cree una mera anécdota del pasado ya pisado.
La pobreza escupe en la cultura de quienes son pobres y por ende no tienen, según otros, cultura.
La pobreza, ante su hambre, se alimenta de las palabras que deben tragarse los pobres, obligándolos a expresarse con la violencia total. Muda.
La pobreza lanza palabras sordas según quien las pronuncie y donde las pronuncie.
La pobreza es una palabra que por ser pronunciada por los sin voz, carece de medios de difusión.
La pobreza es identidad perversa, como perverso aceptar su existencia.
La pobreza es nieta del sistema, hija de la injusticia, hermana del dolor y la violencia, madre de la ira y el rencor, sobrina del abuso, tía de la perversión: Producto de las acciones humanas.
La pobreza es la condición de muchos que permite la felicidad de otros, pocos.
La pobreza es un estado humano sobre el cual escribir no sirve absolutamente de nada si nos sentimos bien tras haber escrito sobre ella.
La pobreza debe ser combatida con la total inaceptación de su existencia.
La pobreza deja huellas: indelebles, imborrables…



Patricio López Camelo

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Detrás de la Cordillera
42

El silencio se quebró cuando el militar con voz cómplice preguntó
-¿Dónde están las armas Quesada?
-Todo lo que tenia que decir está escrito acá. Respondió Patricio señalando el papel con su declaración que permanecía arriba de la mesa.
Sin vacilar el mayor llamó con un grito a su asistente
- ¡Cabo!
Este se presento clavando los tacos aparatosamente a forma de saludo y por más que estaba a menos de dos metros de distancia gritó:
 - ¡Ordene mi mayor!
-Cabo  se va con una patrulla hasta la casa del detenido y me trae a la mujer.
Al quedar solo en la habitación Patricio se encontró perdido, el solo pensar en que su compañera fuese detenida le producía escalofríos, la idea le causaba espanto y desesperación.
Horas después el mayor reingresó con paso triunfal. Fue hasta un ventanal, descorrió una pesada cortina y con un ampuloso ademán le ordenó a Patricio  que se acerque.
-Hermosa mujer  Quesada - Y sonriendo agregó -Y por demás valiente, por nada del mundo aceptó  dejar la criatura en la casa de los vecinos
Con dificultad, Patricio se acercó hasta el ventanal, las piernas le pesaban y se negaban a conducirlo. Al ver, desde detrás de los vidrios, a unos cincuenta metros, parada en el patio de armas, al lado de un camión, la figura de una mujer con un bebé en brazos, el corazón se le estrujó de impotencia. Con sus puños golpeó el grueso vidrio tratando de llamarla. El mayor lo arrastró de uno de sus brazos, sacándolo del ventanal, y corrió de nuevo la cortina. Desde afuera llegó nítido a los oídos de Patricio el llanto del niño.
-Así es la cosa Quesada, las armas por tu mujer. Me parece que es un buen trato, dices donde están las armas y ella regresa tranquilamente a tu casa. Apoltronado en su sillón habló el mayor, que ahora lo tuteaba y disfrutaba con la situación.
Patricio escuchaba sin oír, no estaba ahí, estaba en la plaza de armas al lado de su mujer, bajo la fría lluvia cubierto por la noche. El militar, levantando la voz, repitió la propuesta, Patricio no alzó la cabeza y permaneció en silencio.
-¡Carajo, dónde mierda están las armas!- Gritó el mayor. Patricio pareció volver de alguna parte del infinito y limpiándose las lágrimas que corrían por su cara respondió:
-No hay armas, nunca las hubo, todo es un invento de mi cuñado- El puñetazo resonó sobre la cara de Patricio que cayó al suelo.
-¡Cabo! -  Llamó el mayor  alzando el brazo para señalar con sus dedos, en una v de muerte, la infame orden - Salga a la plaza y me le pega dos tiros a esa perra.
El cabo escuchó desde el umbral de la puerta y partió sin titubeos a cumplir la orden , sin antes golpear sus tacos como de costumbre.
Al sonar los disparos en la noche, Patricio los sintió en su  cuerpo, la vida se le desangraba a chorros entre sus manos y el llanto del niño que llegaba desde afuera le taladraba los oídos.
- Tarea cumplida mi mayor- Habló el cabo.
-¿Y la criatura?- Preguntó el mayor. El cabo quedo confundido ante la pregunta y no supo que decir, luego respondió
-Esta ahí afuera llorando al lado del cuerpo de la madre.
El mayor de nuevo alzó su mano y volvió a marcar su v de muerte, pero antes de decir una palabra, Patricio se interpuso entre los dos militares.
-¡Basta carajo! Paren esta carnicería, quieren las armas, yo se las daré, yo sé dónde están. Las palabras le salieron a borbotones, entrecortadas por la impotencia y la pena.




domingo, 21 de septiembre de 2014

El cantor del camino

En la tierra del norte argentino, 
allí donde se descansa su voz
Se reencuentran la risa y el llanto 
tras de la guitarra del viejo cantor.
Los caminos lo han reconocido 
y su pueblo agita el pendón.
De Jujuy a la patria completa 
resuenan muy fuertes en esta canción.

Quiero cantar, a la vida de los que no están
Pues su sombra agiganta el sendero 
para los que quieren seguir su andar

Ese “Turco” en brioso caballo 
que recorre nuestra nación
Nos señala muy fuerte el destino 
de quienes no doblan su brazo al horror
En Cosquín del 78 al reclamo del público da
Con la Zamba de mi esperanza 
tributo prohibido hacia la verdad

Quiero cantar, a la vida de los que no están
Pues su sombra agiganta el sendero 
para los que quieren seguir su andar

Gaucho feroz, regalaste tus flores hermosas
En tu voz el Chacho Peñaloza 
resurge en su sueño de federación

Fue su genio de hombre generoso, 
cual regalo hacia la juventud
Promoviendo a Mercedes Sosa 
y José Larralde que perpetuán su luz
Aquel hombre llamado Cafrune 
en la ruta encontró su destino
Pero siempre será conocido 
como el gran Cantor del camino

Gaucho feroz, regalaste tus flores hermosas…


Quiero cantar, a la vida de los que no están…

Fernando Claudio Torres

viernes, 19 de septiembre de 2014

Permitido pisar
Como esas cosas que pasan al azar y uno nunca se entera, muchas veces no sabemos, pero sí escuchamos sin oír. Puede parecer un trabalenguas pero no, hace mucho tiempo me encantaba una canción de Sumo en la cual sonaban unas gaitas al estilo escocés y el pelado Luca Prodan cantaba en ese inglés bien pronunciado de aquél magnífico loco. Nunca supe que decía, dado mi escaso conocimiento en idiomas, pero en estos tiempos en que todo se consigue averiguar por la internet mágica me llevé una gran sorpresa. El tema cuenta la historia del último levantamiento armado de los escoceses contra el poder inglés allá por 1746 que termina con la gran batalla de Culloden. En la misma la derrota escocesa sella el fin de los Estuardo o Stewart y sus pretensiones a volver a gobernar el Reino Unido, o al menos a ser libres del poder inglés…
El joven Carlos Estuardo (nieto del rey Jacobo II, aquel que fuera expulsado en 1688 con la Revolución Gloriosa) era conocido como “Bonnie Prince Charlie o el joven pretendiente” y lideró la rebelión de los llamados Jacobitas (por Jacobo). Lo cierto que el desorganizado ejército escocés nada pudo hacer con la terrible máquina de guerra británica y tras la derrota vinieron las matanzas por orden del jefe inglés, Lord Cumberland conocido desde entonces como “el carnicero” y que era el hijo menor del rey Jorge II de la casa de Hanóver. Con unos 1250 muertos contra 52 del ejército de “casacas rojas” (como se llamaba al ejército inglés) los escoceses, en su mayoría pertenecientes a las Highlands o tierras altas fueron perseguidos, encarcelados y muertos por cientos.
Como otra consecuencia de la batalla además de aquellas enormes crueldades, se prohibió el uso de las gaitas (solo permitida en los batallones escoceses del ejército inglés) por ser consideradas un “arma de guerra”, y el Kilt y el tartán o faldas escocesas con los colores de los clanes. Cuentan que en su escape el príncipe Bonnie le regaló a uno de sus allegados en recompensa por su fidelidad la receta de su “agua de vida” en francés eau de vie y en gaélico uisce beatha es decir el Whisky, que luego haría tan famosos a los escoceses.

Triste se sentirán aquellos guerreros de la independencia con la decisión de sus camaradas en el último plebiscito!!!!!!!!!!!!!!!!

Fernando C. Torres

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Detrás de la Cordillera
41


Solo, en la habitación, lo primero que hizo fue encender un cigarrillo, luego tomó la lapicera con dificultad  y comenzó a escribir una breve declaración. En ésta, no cambiaba ni un ápice de lo declarado con anterioridad, no negaba su militancia en el MIR, ni en la fábrica pero negaba pertenecer al frente militar.
Una vez que el mayor regresó, Patricio ya había terminado con el escrito.
El oficial se sentó a su frente y leyó detenidamente la declaración. Una vez que terminó, dobló el papel y comenzó a jugar con él entre sus dedos, al tiempo que fijaba la vista sobre Patricio. Al fin, sin levantar la voz preguntó
 -¿Que mierda es esto?
-Mi declaración - Contesto Patricio con firmeza
El mayor respiró profundamente, tomándose un tiempo antes de decir palabra, luego con vos pausada, comenzar una extraña explicación para los oídos de Patricio
-Usted, en el tiempo que lleva detenido, ha sido torturado con ferocidad, su carne asada en los elásticos de la parrilla, la picana aplicada por todo el cuerpo, sus testículos fueron inflados como bochas y  luego quedaron del tamaño de una pasa de uva…
A Patricio se le estremecía todo el cuerpo al escuchar en la voz del oficial la descripción minuciosa de todos sus padecimientos. El militar tomó en cuenta que su relato había tocado la sensibilidad del detenido, así que cambió de tema para sorpresa de Patricio.
-No quiero extenderme más en estos penosos temas, lo que quiero es explicarle una situación. Una parte importante de las fuerzas armadas no compartimos estos métodos salvajes. Esta opinión llega hasta una parte de los altos mandos que repudian esta situación, nuestras fuertes convicciones religiosas nos impiden usar este vil recurso…
-¿No era que la tortura estaba siendo aplicada por los suboficiales que son gente menos racional? Interrumpió Patricio, que con la pregunta desafiaba al mayor. Este no se molestó y en el mismo tono de voz continuó hablando
-Veo Quesada que usted es una persona inteligente y eso nos enaltece. Un enemigo inteligente hará que nuestra victoria sea más significativa. Perdón, no quiero irme del tema. Es cierto, yo dije eso pero es parte de una misma verdad, la barbarie de los suboficiales es incentivada por un sector de los altos mandos. Halcones y palomas, ¿me entiende?
En silencio se quedó Patricio, que trataba de descubrir el juego del mayor y ver adonde quería llegar con toda esa larga explicación.
-Sabemos que usted pertenece al MIR y que es miembro de su ala militar, es más, estamos al tanto de su estadía en Cuba, tenemos los datos precisos de todos  y cada uno de los movimientos que allí realizó. También conocemos los nombres de sus compañeros de célula, todos ellos están identificados y detenidos. El mayor hizo una pausa de forma deliberada, extendió su mano hacia Patricio para invitarlo con un cigarrillo, luego encendió uno para sí y preguntó:
-¿Dónde están las armas?
-Nunca hubo armas, eso es un invento de mi cuñado, para que no lo siguieran golpeando...
-Por favor Quesada- Interrumpió el mayor -No insulte mi inteligencia, las armas existen, estuvieron en su casa no lo niegue. Quién las retiró y adónde están ahora es lo que tiene que responder
-Jamás hubo armas en mi casa, apenas una pistola que usaba como defensa personal, todo lo demás son fantasías de ustedes
El mayor aplastó la colilla del cigarrillo en el piso, sin poder disimular su rabia
-A ver Quesada si nos entendemos de una vez por todas. Si colabora, sería importante para nosotros, para poder frenar esta barbarie de los sectores duros, ellos  y sus métodos fracasaron con usted, si nos dice dónde están las armas sin que le hayamos tocado ni un pelo, probaría que nuestra teoría es la mejor. Piense por un momento en sus compañeros que están presos y siendo torturados, en usted está la posibilidad para que esto acabe, seguirán detenidos pero de forma civilizada  ¿lo entiende Quesada?
Patricio suspiró aliviado, el mayor había mostrado las cartas. En la perversa relación con el torturado, el mayor  desarrollaba el papel del humanista, el de la persona que no podía traicionar sus principios morales al cumplir con las órdenes. Ahora la situación estaba clara y esto fortalecía Patricio, que por un momento había dudado de los motivos del mayor
Los dos quedaron en silencio, mirándose a los ojos, como dos viejos amigos que ya no tienen nada que contarse.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Renzo Luis Layco, es un artista plástico nativo de José C. Paz, lugar donde reside y donde según sus propias palabras hace sus criaturas. Nacido un 7 de abril de 1980, este verdadero productor de bellas imágenes, sorprende por su capacidad de captar la esencia de los rostros  en todas sus formas. Debajo inlcuimos una primera tanda de su extensa y premiada obra.  





jueves, 11 de septiembre de 2014

Detrás de la Cordillera
40

Recostado en un camastro, Patricio trataba de dormir cuando escuchó unos gemidos muy tenues que venían de abajo de su cama. En un primer momento creyó que sus nervios lo estaban traicionando. Si bien su razón le decía que era imposible que alguien permaneciera en ese lugar, su curiosidad pudo más y dejando caer unos de sus brazos buscó debajo del armatoste de cemento.
Cuando su mano encontró la tibieza de un cuerpo, de un salto se levantó de la cama. Al agacharse sobre el bulto la sorpresa fue terrible, no lo pudo resistir y  retrocedió espantado.
Una vez que se sobrepuso volvió a acercarse, el cuerpo envuelto en una mugrienta frazada, estaba completamente despellejado, sólo la piel de su cara no había sido maltratada. Patricio, no sin esfuerzo, pudo reconocerlo, era Guillermo Paniqueo, dirigente de la comunidad mapuche.
El salvajismo con que había sido torturado sólo se lo podía entender desde el desprecio que tenía el ejército hacía los pueblos indígenas. En el cuerpo de Guillermo, o en lo que quedaba de él, estaban las marcas del  odio de las clases dominantes, porque Paniqueo era la síntesis de la lucha del pueblo chileno, era  mapuche y comunista.
De rodillas, al lado del cuerpo y con las manos paralizadas de impotencia, Patricio permaneció al lado Guillermo el resto de la noche. Paniqueo en un momento abrió muy grandes los ojos y lo reconoció. Entonces Patricio comenzó a cantar muy por lo bajo una canción de cuna mapuche  Guillermo agradeció con la mirada y con una sonrisa en los labios, se quedo dormido.
Por la mañana muy temprano Patricio fue trasladado nuevamente, para su sorpresa, no fue vendado y el viaje lo hizo en un camión celular. Eso sí, lo que no cambió fueron los golpes, tanto cuando lo subieron como cuando lo bajaron, la lluvia de palos fue copiosa sobre su cuerpo. En su nuevo destino permaneció completamente aislado. La celda era espaciosa y pasaba las horas en la oscuridad mas absoluta. El tiempo era algo inmóvil, cada segundo era una pesadilla, sin ruidos, sin pasos, sin voces, hasta comenzaba a añorar los golpes. Esto lo asustaba de sobremanera, nunca se había sentido tan indefenso, la soledad comenzaba a desequilibrarlo.
Cuando al fin abrieron la pesada puerta, Patricio suspiró aliviado. Con una sucia capucha le cubrieron la cabeza pero no se asustó, a pesar de que estaba al tanto que muchos de los cuerpos que aparecían acribillados en los ríos y barrancos tenían una capucha en sus cabezas. Lo primordial en ese momento era salir de ese silencioso calabozo, al menos por unos minutos, lo demás no tenía importancia. En su breve  estadía como detenido, había comprendido que para un preso el único tiempo que tiene alguna validez es el presente. El futuro estaba al final del pasillo y hacia él se dirigía lentamente encapuchado, lo que no nunca podía imaginarse era que se estaba acercando hacia el desastre.
En el lugar donde fue depositado, permaneció de pie con las manos esposadas a su espalda por un largo tiempo. Agudizó el oído tratando de escuchar algo, pero le fue imposible, el silencio era total.
El chasquido de un interruptor de luz se escuchó nítido, por el entretejido de la capucha se dejaba ver la claridad de la luz recién encendida. Patricio oyó que unos pasos se acercaban hacia él, tensó todos sus músculos con el afán de defenderse de los próximos golpes. Pasaron los segundos se convirtieron en minutos, no hubo golpes ni tampoco palabras. Con sumo cuidado le quitaron las esposas y  lo hicieron sentar, por último le retiraron la capucha. Cuando los ojos se le acostumbraron a la luz, Patricio vio que  arriba del escritorio había un bloc de hojas en blanco y una lapicera. A sus espaldas una voz
-Buenas noches - Patricio sorprendido, girando la cabeza respondió al saludo
Un mayor en uniforme de combate reluciente se le acercó. Con cortesía extendió un cigarrillo al momento que decía
-¡Que bárbaros! Como lo golpearon, son unos bestias, créame en el ejército no somos todos iguales. La situación se les fue un poco de las manos, en algunos cuadros hubo mucho revanchismo, sobre todo los suboficiales, ellos son gente menos racional ¿entiende? Lo que pasa es que era inaceptable ver a los instructores cubanos dando órdenes adentro de los cuarteles. En fin, una etapa que por suerte se cierra. Ahora basta de golpes, acá arriba tiene unas hojas en blanco, por favor escriba su declaración, yo me voy a retirar de este cuarto para que usted no se sienta presionado y así sin ningún tipo de violencia y en tranquilidad escriba toda la verdad. Antes de retirarse dejó un atado de cigarrillos arriba del escritorio 
- Puede fumar - Y salió dando un portazo.


miércoles, 3 de septiembre de 2014

Detrás de la Cordillera
39


De un instante a otro la música comenzó a sonar mucho más fuerte y todo se convirtió en un infierno. Los gritos de los torturados, al igual que la risa de los torturadores llegaban con claridad hasta el calabozo. Su compañero de celda entró en pánico, arrodillado rezaba un padre nuestro a viva voz. Por momentos paraba con la letanía y gritaba. ¡¡¡no quiero morir, no quiero morir !!! Después continuaba rezando.
El tiempo no transcurría jamás, Patricio nunca pudo saber si esto había durado apenas diez minutos o varias horas. Lo único que trató de hacer fue de no perder la calma, para que no se apoderara de él el terror. Cuando sentía que el miedo comenzaba a nublar sus sentidos, buscaba en su mente imágenes cotidianas y gratas. Se veía el mismo jugando con su hijo y sus sobrinos, en el patio de la casa de su madre un domingo cualquiera, mientras aspiraba profundamente para luego ir largando el aire muy despacio hasta recobrar la serenidad. En eso estaba cuando ingresó un guardia, que habló desde la puerta
-Tenés que prepararte, enseguida vengo por vos - Refiriéndose al detenido que no dejaba de rezar.
No hubo más rezos en el calabozo, ahora el detenido lloraba en silencio, de repente sus ojos se iluminaron y se encaminó hacia la puerta
-¡¡¡Esta abierta!!! Se olvido de cerrarla, tengo que escapar, tengo que escapar. Repetía. Patricio de un salto se interpuso entre él y la puerta
Era cierto la puerta estaba sin los pasadores, con suma cautela Patricio la entreabrió. El largo pasillo estaba desierto no se veía ningún guardia, todo era oscuridad y silencio. Ya no se escuchaban los alaridos de los torturados, ni la música que trataba de taparlos.
-Yo me largo, ni un minuto más me quedo acá
- Puede ser una trampa, no sabemos adónde nos lleva ese pasillo. Razonó Patricio
Su compañero no entendía razones, con los nervios destrozados, se aferraba a un utópico escape.
-¿Y vos con quién estas? ¿Acaso sos milico?-  Al preguntar esto la mirada se le lleno de pánico         
 -  Claro, sos un soplón por eso no te llevaron a interrogarte. Pero no me importa nada, no podrás detenerme. ¡¡¡Voy escapar!!! - Y con los ojos ahora repletos de odio,  se lanzó desesperado hacía la puerta.
Ante la embestida  Patricio no vaciló. Con un solo golpe paró la huída de su compañero. Este quedó paralizado y no volvió a intentarlo, así que sollozando se dejó caer, al tiempo que por lo bajo murmuraba.
-Sos un traidor… sos un traidor… -
La extensa ráfaga de ametralladora quebró en varios pedazos el silencio de la noche. El olor a pólvora llegó hasta el último rincón de los calabozos, como también las risas de los carceleros. La trampa había dado resultados, todos festejaban alborozados. Dos soldados cargaron los cuerpos de los presos ejecutados  en una camioneta y los cadáveres se perdieron para siempre.
Cuando el guardia vino hasta el calabozo a cerrar la puerta, dijo a modo de sentencia
-A ver si esto les sirvió de ejemplo. Ustedes nos pertenecen, siempre los estaremos vigilando, hasta el fin de sus días
De a poco los ruidos de afuera se fueron apagando, parecía que la larga noche llegaba a su fin. Los torturadores se tomaban un descanso, pero no había que confiarse, Patricio sabía sobradamente que en cualquier momento reanudaban la tarea. Esto era parte del método, el detenido debía estar tanto física como mentalmente a merced del interrogador las veinticuatro horas. Un preso podía ser torturado cuatro veces al día, como estar sin ser tocado por varias semanas, la cuestión era quebrarlo, volverlo al estado más primitivo posible, para poder dominarlo. Pero esa noche  la función había concluido.


martes, 2 de septiembre de 2014




¿QUIEN TE ESCRIBIRÁ CUANDO NO ESTÉS?


El día de mañana no estarás.
La ausencia ocupara tu lugar y
los recuerdos tus acciones.

Ya no habrá más viajes ni rutina,
la cena se enfriara lentamente,
extrañaras el claro cielo azul de
algunas mañanas y estarás pacíficamente
jubilado por siempre.

Los diarios seguirán saliendo, nuevas
novelas asombraran al mundo y
ciertas cosas que no deberían ser olvidadas
lo serán. Nada podrás hacer.

El sello de tu trascendencia serán los otros,
y quizás algo que dejaste: alguna nota desesperada, un objeto arreglado, aquella anécdota divertida, inventarios de quehaceres.

Deudas sentimentales y excesos materiales.
Una habitación vacía que cambiara de dueño,
de color y formas.
Cuando ya no estés alguien tal vez te escriba.
Cuando ya no estés alguien tal vez te sueñe,
te hable sin esperar respuesta, recicle alguna
de tus enseñanzas o te extrañe en los días
difíciles.

Cuando ya no estés simplemente no ocuparas este,
un lugar. Pero seguirás rondando y esperando
que más tarde o más temprano, lleguemos para acompañarte.

Cuando ya no estés llegaras adonde todos
iremos más tarde. A la mayor de las incógnitas.
Al interrogante más oscuro de todas las oraciones vividas.



Patricio López Camelo