sábado, 21 de marzo de 2015



TANTO DE MUCHO

Tanta violencia transpira esta sociedad.
Tanto dolor en las escenas cotidianas, como un tren abarrotado.
Tanta la indiferencia nuestra, victimas pincelados de victimarios.
Tanto hacemos por curar heridas y tapar abandonos.
Tanta la farsa sobre la cual avanza esta cotidianidad tan preocupada en llegar a sus fines: del día, de la semana, del año.
Tan solos nos sentimos, con ese sabor en la mente que tiene la impotencia.
Tanto aquello que resignamos por ser hijos de una derrota jamás asimilada.
Tanto por hacer, tantos lugares por ver y tantos mundos por salvar.
Tanta letra dolorosamente inútil.
Tanto tiempo por siempre muerto en la rutina de cumplir la rutina.
Tanto egoísta singular por plural.
Tanto por cambiar.

Tanto, tanto por hacer…. 


Patricio López Camelo

domingo, 15 de marzo de 2015


De Dichos, Lunfardo y otras Hierbas

Nuestro diccionario de Dichos, Lunfardo y otras Hierbas nos arrastra hoy a la letra “T”, tratando transitoriamente de tocar temas que trunquen el tradicional temario al que nos obliga la trova rutinaria que altera nuestro idioma. Aunque tampoco tanto. A su tratamiento!!!  

 -Tararira: Pez de río, de color negro, de carne apreciada.// Dícese del miembro sexual del varón humano que posee un tamaño llamativo por su grandeza. Y hace de su carne un elemento apreciado.
 -Terrorismo: Dominación por el terror. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror.//Dícese de la excusa empleada por diversos estados, dentro y fuera de sus territorios, para aplacar cualquier disidencia a su hegemonía.//Malo, feo, muy malo cuando viene de parte de sectores subalternos o subordinados (léase pobres también).
 -Tiroteo: Acción de tirotear (disparar varios tiros contra una persona o cosa). // Dícese popular del acto sexual. Generalmente, si participan más de 2 personas, la expresión cobra mayor relevancia.//Acto donde la posesión de tararira garantiza la repetición del mismo.
 -Topo: Mamífero insectívoro que cava galerías subterráneas donde vive. Dícese de la persona que ve muy poco.//Antigua forma de llamar al infiltrado o espía, en especial durante la guerra fría.//De posible nexo o familiaridad con el conocido popularmente “pata de lana”.
 -Turbio, bia: Falto de claridad o transparencia. Poco claro o confuso //Dícese de aquellas situaciones o personas de dudoso accionar ético.//Aplicable a tantas, tantas situaciones cotidianas de la vida social argentina, que interminable seria mencionarlas.

viernes, 13 de marzo de 2015

Detrás de la Cordillera
64

Con mucha ansiedad Patricio fue viviendo el resto del mes esperando el próximo turno de visitas, no se podía sacar a Elena de la cabeza. También por esos días la fiscalía militar comenzó a llamar a algunos detenidos para ser juzgados. Si bien, nadie confiada en tener un juicio justo, el hecho implicaba ser reconocidos como presos políticos y esto achicaba las posibilidades de ser asesinados.
Cada mañana, muy temprano, un grupo de diez o a lo sumo doce detenidos eran trasladados al continente. Al caer la tarde estaban de regreso, en sus rostros se leía la suerte corrida en el juicio. Las penas como mínimo eran de tres años y las más extensas de treinta cinco. Uno de los primeros condenados fue Iván Sepúlveda a quien le dieron la pena máxima. Al entrar a la barraca, todavía le quedaba ánimo para decir:
-Al salir tendré ciento tres años, no voy a ser tan viejo como para abandonar la pelea. Sepúlveda, era el más viejo de todo el penal y en su piel estaba escrita un párrafo de la historia de la clase obrera chilena y también de su actual tragedia. Tres de sus hijos estaban detenidos en distintas cárceles y un cuarto asesinado. Su nieto mayor, apenas un muchacho en estos momentos, años más tarde sería uno de los participantes del Manuel Rodríguez que atentó en el cajón del Maipú contra el dictador Pinochet.
No todos tomaban sus condenas con tanta entereza como Sepúlveda, para muchos el solo imaginar sus próximos cinco, diez o veinte años en la cárcel era devastador. En sí, el problema no era la cantidad de años de condena, sino el no poder imaginarse el porvenir. Un revolucionario es todo futuro, en esto, y no en otra cosa, está su fortaleza y las condenas parecían quebrar esto.
Al fin el tiempo paso y llegó el día de visitas. La ansiedad de Patricio acabó ese domingo, pero al ver a su madre y nuevamente a su hermana Leticia sintió que un latigazo lo derrumbaba. No hizo preguntas y su madre en ningún momento habló de Elena. Al caer la tarde, antes de irse su hermana sacó de entre sus ropas una carta y se la entregó. Es de Elena dijo en voz baja para que no escuche su madre. Patricio guardó la carta en el bolsillo y se despidió de sus familiares.
Por varios días el sobre lo mantuvo sin abrir. Una tarde de lluvia fina y transparente, lo encontró sentado al borde de la cama y, casi sin darse cuenta, leyó la carta.
Esa noche no probó bocado, con mucho esfuerzo, entrada la madrugada, se pudo dormir.
Días después fue trasladado hasta la fiscalía militar donde se desarrolló el juicio, una grandiosa farsa montada por la dictadura. Fue acusado de pertenecer a una asociación ilícita, por tenencia de armas de guerra para atentar contra el país, traición a la patria y de ser agente del gobierno cubano. Patricio fue condenado a treinta años de prisión, a cumplir, por su peligrosidad, en cárceles de máxima seguridad.
Por varios días no pudo salir de la zozobra provocada por la condena. Treinta años había dicho el juez envuelto en su impecable uniforme y firmó ampulosamente la sentencia. En su cabeza Patricio conjugaba un sólo verbo: resistir.


domingo, 8 de marzo de 2015

DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER

Hoy traemos nuestro breve Homenaje al Día Internacional de la Mujer, que es también en honor al genero y como parte indispensable de la lucha por un mundo mucho más equitativo. Amparo Ochoa narra con su voz una de las perspectivas sobre las mujeres.
  

Amparo Ochoa-"Cuando Agosto era 21"




Amparo Ochoa-"Se va la vida"


jueves, 5 de marzo de 2015

Detrás de la Cordillera
63

De a poco, la vida en la cárcel volvió a la normalidad. Las actividades en común se reanudaron  y hasta se agregaron nuevas, si bien las acusaciones lanzadas por cada grupo habían abierto heridas, con el correr del tiempo todo fue pasando al olvido.
 A  Patricio su canción le permitió pasar a ser un personaje conocido en todo el penal. Cuando se dirigía a cualquiera de las barracas, siempre encontraba una invitación para arrimarse a una charla,  una ronda de té o una pitada a los siempre escasos cigarrillos.
Con las próximas visitas Patricio tuvo dos sorpresa, una grata y la otra, no tanto. Junto con su madre vino una de sus hermanas, Leticia quien estaba casada con un militar de la marina. Patricio valoró  el esfuerzo y también el peligro que representaba tanto para su hermana, como para su cuñado esta visita. En cambio la ausencia de Elena era un espacio vacío y doloroso.  Le  pregunto a su madre por su mujer y esta respondió, que mandaba saludos y que no debía preocuparse, Elena estaba bien. No volvió a preguntar, entendía en el silencio de su madre que algo funcionaba mal.
Por varios días sus compañeros lo vieron caminando solo por el patio, evitando a los demás. Patricio elegía la soledad, todos sus pensamientos estaban con Elena. Necesitaba verla quería saber por boca de ella lo que estaba pasando.
 Una tarde caminaba solo por el patio, perdido en sus pensamientos, cuando al penal ingresó un jeep. Los guardias se apresuraron para tomar sus lugares y avisar al oficial de guardia, era el coronel, jefe del penal. El aire se llenó de órdenes y los detenidos fueron llamados a formar de inmediato.
 Patricio lentamente tomó su lugar. Una vez ubicado divisó que junto al militar estaba un detenido y enorme fue su sorpresa al reconocer a Guillermo Paniqueo.
El coronel con gestos ampulosos daba órdenes a diestra y siniestra. Un soldado le alcanzó un megáfono, para luego desaparecer corriendo hasta la formación donde los demás estaban en posición de firme.
Megáfono en mano, el coronel comenzó con el discurso:
- Soldados de Chile, aquí tenemos un peligroso subversivo. Y señaló a Guillermo Paniqueo.
-Es un enemigo de la patria y por la tanto lo es también de nuestro glorioso ejército, pero tiene un coraje  tan grande como esta isla. Durante días enteros fue maltratado y de su boca no salió ni un solo nombre. La piel le fue arrancada a lonjazos y luego se lo tiró en un barranco por que se lo creía muerto. Días después fue hallado por unos arrieros y entregado a las autoridades. En la enfermería donde fue alojado no se podía entrar por el olor a podrido que salía de su cuerpo. Nunca se quejo, jamás pidió clemencia. Un hombre integro. Y señalo a Paniqueo que sonrió con timidez
-Es un chileno cabal, hecho de la mejor madera y es una pena que halla perdido el rumbo e ingresado en las filas del enemigo. Quiero para mi tropa la misma madera, impregnada de coraje para defender sus convicciones, así  quiero que sean mis soldados. Porque nadie podrá decir jamás que nuestras armas han derrotado a un enemigo cobarde y esto, magnifica y enaltece la naturaleza de  nuestra causa  y también la grandeza de nuestra victoria.¡Soldados! Presenten armas, al prisionero Guillermo Paniqueo, saludo! ….UNO !!!
El jeep desapareció y en él, el coronel. Guillermo en cambio se quedo parado en el medio del patio. Patricio fue el primero en acercarse a saludarlo.





jueves, 26 de febrero de 2015

Detrás de la Cordillera
62

Con el transcurso de los días se fue poniendo al tanto de las novedades. La situación en el penal estaba en un momento crítico. La unidad del grupo estaba a punto de quebrarse. De hecho, en esos días, se habían conformado dos grandes grupos, por un lado, los militantes socialistas y comunistas y, por el otro, los miristas, el mapu y militantes sociales de organizaciones menores.
Todo comenzó con una fotocopia, que nadie sabía como había llegado al penal, de un texto de García Márquez. En este, el escritor colombiano analizaba en la figura del presidente Allende, a todo el proceso chileno… “La corte suprema, a quien el presidente respetó hasta sus últimas instancias, es quien ahora bendice la tortura y los fusilamientos...” Este era uno de los párrafos más sentido por todos los detenidos, en sus cuerpos estaba escrita esta verdad. También, el escritor ponía blanco sobre negro las contradicciones en el gobierno de la unidad popular.
La nota tuvo un efecto devastador, el debate jamás realizado sobre el gobierno de la unidad popular, ahora aparecía en toda su magnitud. Los comunistas y socialistas que hasta ese momento, apoyados en su mayoría, habían bloqueado la discusión, ahora estaban desbordados.
En cada rincón se discutía, pero las ideas claras y el espíritu auto-critico estaba escasamente representado. Cada organización se cerró en sus pareceres, y no reconoció haber dado  ningún paso en falso en los días del gobierno popular. La discusión franca estuvo ausente y cada encuentro acababa con una serie de mutuas acusaciones. Un abismo se fue abriendo entre todas las organizaciones y el último encuentro terminó con un intercambio feroz de insultos.
Fueron días duros. El clima  era de desconfianza, las actividades comunes estaban canceladas y cada grupo se encerraba en si mismo.
Con el correr de los días, y por el trabajo silencioso de algunos detenidos que no estaban encuadrados en ninguna organización, se fueron acercando las posiciones. En este grupo estaba el uruguayo Willy, que con suma astucia comenzó a correr la voz de que la fotocopia con el texto de García Márquez era falsa. Cada preso, sobre todos aquellos que tomaban partido en algunos de los grupos, se sintió culpable por haber entrado en la trampa.
 Con los independientes, además de Willy, estaba un pastor metodista,  Francisco Suárez, de él fue la idea de realizar una misa en memoria de Fernando Álvarez.
 Un sábado en la cancha de fútbol, en una soleada tarde, se improvisó un púlpito rodeado de bancos de madera que se trajeron del comedor. Un rato antes de comenzar el pastor Suárez se acercó a Patricio y le pidió que cantara en el cierre el tema a la memoria del compañero Álvarez.
Si bien la mayoría de los detenidos eran ateos o como mínimo agnósticos, nadie falto a la misa. El púlpito erigido justo en el medio de la cancha quedó rodeado de hombres que se aprestaron a escuchar en respetuoso silencio.
Desde el púlpito el pastor Suárez recordó a Fernando y su lucha. Contó como se habían conocido hace muchos años atrás. Él desde la iglesia de la callampa donde realizaba su tarea y Fernando desde el sindicato. También recordó las fraternales e interminables discusiones acerca de la existencia de Dios. Al final remarcó…
-Las diferencias nos fortalecen, debemos aprender a vivir con ellas, ponernos a diario en los zapatos del otro y tratar de comprender su punto de vista. Cuando logremos despojarnos de la soberbia que nos indica que la nuestra es la única verdad  estaremos a un paso de la victoria definitiva. El compañero Fernando comprendió como nadie esta consigna, la unidad en la diversidad nos hace invencibles…Compañero Fernando, que Dios y los pueblos te tengan siempre a su lado. ¡Amén!
-Amén-  Repitieron miles de voces emocionadas.
Al acercarse al púlpito, a Patricio las piernas le temblaban. Al llegar, las clavó con firmeza a la tierra y su vista buscó en el horizonte el mar lejano. Sus manos golpearon con suavidad las cuerdas y al  escuchar los primeros acordes comenzó desgranar su grave voz.
Cuando acabó de cantar su cuerpo se balanceaba sobre sus piernas y la emoción lo embargó de pies a cabeza. El cerrado aplauso de sus compañeros rompió como un fino cristal las cuerdas de sus sentimientos y las lágrimas corrieron por sus mejillas. Fue rodeado por manos y abrazos de agradecimiento. Entre ellos estaba Iván Sepúlveda que emocionado le dijo
-Compañero Patricio, con su bella canción nos ha dado una lección a viejos sectarios como yo. Usted que es integrante del MIR le ha cantado con el corazón a un comunista…- Y no pudo continuar hablando, su voz fue cortada por un llanto profundo y un poco avergonzada, se retiró hacia un costado.


martes, 24 de febrero de 2015

Zamba de Vargas
Muchas canciones pueden remitirnos a una historia, es decir, toda canción con letra suele contarnos una historia, pero muy pocas veces una canción surge directamente de la Historia o de un hecho histórico. Tal es el caso de la Zamba de Vargas, puesto que según cuenta la “leyenda” y digo bien con leyenda, se tocó en la Batalla del Pozo de Vargas el 9 de abril de 1867 a las afueras de la ciudad de La Rioja, por sólo esto es ya considerada "la madre de las zambas".
Al parecer las tropas federales del “caudillo” (al decir de los señores liberales) Felipe Varela se enfrentaban a las “nacionales” del gobernador de Santiago del Estero Antonio Taboada. En un principio los federales (enfrentados con el gobierno de don “Bartolo” Mitre) llevaban las de ganar por su mayor cantidad de caballería, algo normal en las llamadas montoneras federales, pero la infantería santiagueña y tucumana con sus modernos fusiles Sharp (adquiridos para la Guerra del Paraguay) hicieron la diferencia y vencieron a los hombres de Varela. Fue un combate muy duro dado que los federales estaban en estado de necesidad de agua y las fuerzas nacionales se apostaron en derredor del pozo de agua. Muchos murieron y algunos historiadores dicen que fue de las más sangrientas batallas de las guerras civiles.
La cuestión es que se cuenta que originariamente fue compuesta a favor de los federales y que luego fue apropiada para enaltecer a las tropas nacionales e incluso se dice que fue utilizada para elevar la moral de la tropa santiagueña cuando estaba perdiendo la batalla y que al son de aquella canción vencieron. Como resultado el Interior no volvió a levantarse (con la excepción de Lopéz Jordán en Entre Ríos)

De todo esto resulta que hay varias versiones, la primera es de don Andrés Chazarreta que la publica en 1906 y la graba en la década del 30. Cuentan que la primera vez que la toco fue en el teatro Cervantes de Santiago del Estero y se armó un revuelo porque se consideró un retroceso tocar folklore en un teatro (tan así se detestaba toda expresión del campo entonces). Lo cierto que luego se hicieron distintas versiones con distintas recopilaciones de letras y distintos tintes políticos en cuanto a su filiación “federal” (riojana) o “liberal” (santiagueña). Están las versiones de los Cantores de Quilla Huasi, la de los Chalchaleros, Los Fronterizos, Falú, Atahualpa Yupanqui, en fin, hay pa todos los gustos, pero el debate real es si en verdad se cantó algo por el estilo. Los dos ejércitos llevaban bandas, así que puede ser posible, pero es casi imposible saberlo. En todo caso yo me inclino a pensar que fueron los modernos fusiles los que acallaron y reprimieron aquellos movimientos del Interior.  Aquí les dejo un par de versiones, pero si les interesa hay muchas más para explorar!!!!!!!!!!!!!!

Fernando Torres


lunes, 16 de febrero de 2015


ALMA Y SUS ENANOS

Alma no cuenta los días porque se le hacen muy largos.
Intuye que los momentos es todo lo que tiene y así los vive,
deshojando la angustia a fuerza de sonrisas.

A veces se conecta al entorno y otras el hostil entorno
la invita a desconectarse. Entonces habla.
Habla con ella, habla con ellos, habla con quienes
nosotros no vemos porque no quieren hablarnos,
porque no sabemos escuchar.

Flota en un mundo donde sus sueños de pequeña princesa son reales.
En él salta, juega, canta, baila y sonríe por ser el centro
de la atención que no tiene en donde debe.

Alma fantasea con que su mama la abraza, la atiende,
la protege de una realidad perdida en su rutina.
Pero su mama esta perdida en la rutina de esa realidad
que alma no tiene apuro por conocer.

 Sus enanos la miman, la rodean, le susurran
Cosas que ella quiere… necesita escuchar.
En las noches, son quienes le alumbran tibiamente el sueño
oscuro que a todos nos asustó alguna vez y tapan
sus oídos para que el ruido pérfido de los adultos
y sus gritos no la lastimen.

Y a pesar de tanta soledad, alma crecerá
y sus enanos la acompañaran hasta el momento
en que pueda encontrar otras almas que como ella,
debieron crecer a la sombra del abandono, bajo el canto
suave de sus propios enanos gentiles.


Patricio López Camelo

miércoles, 11 de febrero de 2015

detrás de la Cordillera
61

Fueron los treinta días más duros de su estadía en el penal. Nadie le dirigía la palabra. Cuando Patricio pedía algo, como ser hilo para coser una ropa, se la daban sin  mediar ni un monosílabo. Los únicos que le hablaban eran sus carceleros y hasta en un momento se sentía dichoso cuando alguno de ellos lo llamaba con un seco: “diez catorce”, que era su numero de interno.
A la hora del recreo, se acercaba a algún grupo de los muchos que se formaban en el patio. Algunos, al verlo continuaban hablando y lo ignoraban. La mayoría se alejaban de él, era un verdadero paria. Entonces comprendió la importancia del colectivo al cual pertenecía, sin sus compañeros no era nada, sólo una cifra, apenas un número. El diez catorce.
Con el correr de los días no forzó más la situación y el mismo se alejaba de todos. Caminaba hasta el borde mismo de la cerca electrificada y su vista se perdía buscando el mar inmenso. El viento que cruzaba la isla traía el ruido de las olas y también le trajo el recuerdo del compañero Fernando Huidobro. Infinidad  de veces lo había observado en ese mismo lugar, donde ahora él estaba parado buscando respuestas en el viento.
El rumor lejano del mar le trajo una melodía que Patricio tradujo con sencillez en la guitarra. De ahí en más, todo su tiempo y el silencio que lo rodeaba, estuvo puesto en ir armando, letra a letra, una poesía. Días antes de cumplir la sanción, su esfuerzo dio frutos y una hermosa canción había nacido desde el silencio. Sentía que el corazón le retumbaba en el pecho y tenía ganas de llamar a gritos a sus amigos para contarles, pero no era posible.
 Un martes por la mañana, antes de ir por la taza de té y el bollo de pan, un compañero de la comisión se le acercó y le dijo con solemnidad:
-Compañero Patricio quiero comunicarle en nombre de la comisión de disciplina revolucionaria que ha cumplido con la sanción. Esperamos que en usted no quede rencor y que entienda que para nosotros no fue fácil tomar esta medida. También quiero felicitarlo en nombre de todos por que ha demostrado entereza y dignidad en este mal trance. Al terminar, extendió su mano derecha y Patricio sin decir palabra también ofreció la suya.

Una vez en el comedor, de uno en vez todos se acercaron a saludarlo. El primero fue el corcho Barrios, que no dejó pasar la oportunidad y con una sonrisa en los labios, lo invitó a jugar un partido de fútbol. Patricio respondió con una estruendosa e infinita puteada que se fue perdiendo entre las carcajadas de los demás a lo largo de la barraca.

lunes, 9 de febrero de 2015

Detrás de la Cordillera
60

Todas las nuevas actividades contaron con una masiva participación de los detenidos, pero lo que más los entusiasmó fue el campeonato de fútbol. En cada pabellón se organizaron distintos equipos y se anotaron para participar hasta aquellos menos dotados para el juego.
 Los domingos, después del almuerzo, comenzaban los partidos con todos los presos rodeando la cancha. En una improvisada tarima Roberto Ahumada, el mismo que contaba las películas, era el relator oficial. Cada equipo tenía su respectiva hinchada y a medida que el campeonato avanzaba cada pabellón acompañaba al equipo de su sector.
 Patricio se destacaba en su equipo y a pesar de su estatura se las ingeniaba para jugar de centro delantero. Le pegaba bien,  con las dos piernas y tenía olfato de goleador. Siempre en el área estaba ubicado donde debía estar, y era difícil que perdiera en un mano a mano con el arquero. Su descontrol era el talón de Aquiles en el juego. Comenzaba con protestas al árbitro, gestos hacia algún compañero por una pared no devuelta, y, por lo general, terminaba poniendo una pierna más fuerte de lo permitido. En un partido con el resultado muy cerrado su temperamento volvió a jugarle una mala pasada. El corcho Barrios le puso una pelota en profundidad, Patricio, con un pique corto, le sacó ventaja al defensa pero, el arquero, atento a la jugada, llegó primero a la pelota. Patricio igual remató sobre las manos de su oponente. El árbitro no dudó, cobró la infracción y además decretó la expulsión de Quesada. El arquero quedó en el piso revolcándose de dolor, al tiempo que Patricio aceptaba a regañadientes el fallo del árbitro. Una vez en la enfermería, se le diagnosticó la fractura de dos dedos de su mano derecha. El partido no continuó y el torneo estuvo a punto de suspenderse.
La organización del campeonato aplicó duras sanciones. Al equipo infractor le dieron por perdido el partido y Patricio fue suspendido y no volvió a jugar en el resto del torneo.
 También tomó cartas en el asunto la comisión de disciplina revolucionaria. Esta comisión estaba formada por un integrante de cada organización política. Sus componentes eran personas dotadas de una larga militancia, pero a la vez eran respetados y tenían un consenso abrumador entre todos los detenidos.  En un primer momento cuando se lo comunicaron, Patricio no lo tomó en serio, pensó que era una broma del corcho Barrios. Se equivocó, días después tuvo su primera entrevista para contar su versión de los hechos y hacer su descargo.
La comisión de disciplina le aplicó una severa sanción. Por treinta días nadie en el penal le dirigiría la palabra. Entre los fundamentos dados se dijo, que el compañero había tenido una actitud pequeño burguesa. Que confundió emulación por competencia, y que el campeonato de fútbol estaba enmarcado, como las otras actividades, con el objetivo de crear las mejores condiciones en la convivencia de todos. Por consiguiente, todo aquello que llevara a la rivalidad, tanto en lo individual como en lo sectorial, debía ser sancionado por que atentaba a la fortaleza de todos los compañeros.

Patricio aceptó su falta y le hizo un  pedido a la comisión.  No perder su turno con la guitarra. La comisión, teniendo en cuenta sus antecedentes,  accedió a su solicitud.

lunes, 2 de febrero de 2015



LA INSEGURIDAD COMO PANTALLA

Existen una serie de temas que se han hecho carne en el debate político de una parte de la sociedad. Estos se hallan presentes con asiduidad, despertando pasiones que suelen reservarse para el fútbol.
Uno de dichos temas es la inseguridad. En muchas ocasiones se puede escuchar -más allá de lo que dicen los medios de comunicación más poderosos- grandes debates y preocupaciones entre la gente, basados en algunos razonamientos centrales. Tomaremos el principal:
-”La inseguridad es producto inevitable y directo de la delincuencia”-. Es decir, se asocia a alguien, casi siempre de bajos recursos económicos, que desea vivir sin trabajar y sale a quedarse con lo que no le corresponde. En algunos casos, esta persona puede necesitar estrictamente eso que desea o debe robar -“robar para comer”- o no, simplemente lo hace porque no desea trabajar o considera más fácil vivir de lo obtenido mediante el robo. Esta última es la opción elegida con mayor frecuencia por gran parte de la sociedad.
A su vez, mediática y socialmente,  de manera reciproca, se vincula la inseguridad solo y directamente con el llamado “robo común”, que tal como señala el doctor en ciencias políticas, Marcelo Moriconi Becerra (2013) incluye desde asaltos violentos hasta entraderas bancarias y demás.
No se contempla en ese concepto de inseguridad, por ejemplo, la acusación a un funcionario público de beneficiarse con negocios éticamente reprobables y jurídicamente ilegales, considerados incluso mediáticamente como “escándalo de corrupción” o similares. Socialmente, la inseguridad parece apuntar a delitos violentos y directos perpetrados por los sectores más pobres.
Retomando nuestro razonamiento que establece el nexo inseguridad-delincuencia, se desatan a partir de allí diversas conexiones: la delincuencia y la pobreza son hermanas- aún cuando muchos no creen en que se roba por falta de trabajo o necesidad de subsistencia-, por lo cual, los actos “vandálicos” son propiedad de personas pobres que desean apropiarse de propiedades ajenas (engorroso, ¿no?).
En esta lógica se descartan con facilidad causas estructurales (pobreza crónica, marginación social y cultural, segregación de todo tipo, etc.) que sí permitirían un abordaje diferente, aunque a su vez, más complejo. La inseguridad es un tema complejo, no por eso, inabordable.

Las soluciones: una eterna calesita

En base a esta lógica simplista del problema, las soluciones que se piensan consisten en otorgar más poder a la principal institución encargada de detener a quienes delinquen: la policía. De este modo se permiten y alientan la proliferación de políticas -y el ascenso de políticos, el otro eslabón que conforma la cadena de trabajo conjunto- peligrosas denominadas de “mano dura” o “tolerancia cero”.
Otras de las soluciones proponen aislar a los sectores más carenciados mediante diversos artilugios (muros alrededor de las villas, erradicación de las mismas y su expulsión hacia los márgenes de las ciudades, deportación de inmigrantes, y peores) y una diversidad de opciones como la vigilancia permanente (pública y privada) de la vida de las personas, la aceptación del abuso policial y el “gatillo fácil” (condenable solo cuando la víctima era hijo de alguien importante o económicamente relevante), la baja de edad de imputabilidad, la pena de muerte o incluso, la eliminación de la presunción de inocencia. Todas medidas absolutamente dementes.
La inseguridad se ha convertido, desde hace varios años, en un tema exagerado, excedido en su importancia otorgada dado el abordaje superficial y claramente segregacionista que de ella se hace y ya mencionamos anteriormente.
En este punto consideramos fundamental preguntarnos: ¿Qué es la inseguridad? ¿solo los robos violentos sufridos en las calles, comercios, casas, instituciones, etc.?
 La inseguridad también es aplicable como tal a la destrucción del sector publico (salud, educación, justicia), la proliferación de mafias -policiales, políticas, futbolísticas, de trafico de drogas, armas y personas, todas en su mayoría interrelacionadas- los altísimos niveles de corrupción en todos los ámbitos de la sociedad, la precariedad o ausencia de ofertas laborables, la privatización de casi todos los aspectos de la vida, la utilización del estado en defensa de los intereses de una elite y, en especial, la destrucción de los lazos sociales que impedían ver en el “Otro” una amenaza latente al “nosotros”. Cabe preguntar si todo lo planteado no genera inseguridad en el conjunto individual y social de las personas.
La representación superficial de la inseguridad es utilizada para dividir a sectores que el neoliberalismo lleva 4 décadas dividiendo, sin importar el gobierno de turno, ni el actual, ni los anteriores. Y sobre todo, es ideal para estigmatizar la pobreza como origen del problema, sin buscar los problemas que dan origen a la pobreza y a la real inseguridad que viven las diferentes clases de la sociedad.
Para finalizar, es importante plantear que el problema de la inseguridad es político y como tal su solución radica en la política, es decir, en una mínima participación de los ciudadanos en los problemas, que deberían ser solucionados por los políticos, pero en los cuales ya no podemos dejar depositada nuestra confianza. La vigilancia debería ser, ahora, desde la sociedad hacia ellos. Sobre ellos.
Si logramos pensar y aplicar soluciones que vayan más allá de las que se plantean tradicionalmente, -como otorgar concesiones a instituciones responsables de la existencia de toda esa inseguridad “real” y completa que mencionamos- estaremos dando un importante paso adelante, sustancialmente mejor que permitirnos pensar mediante patrones culturales pertenecientes a sectores de elite. Y que solo tendemos a repetir.

Si logramos pensar en vez de repetir lo que dejamos que nos dicten, quizás podamos descubrir a los titiriteros de esta obra fantasmagórica. Y comenzar el largo camino de ponerle fin.



Patricio López Camelo        

sábado, 31 de enero de 2015

Detrás de la Cordillera
59

Patricio se había creado en un fundo enorme en el sur del país, donde su padre se desempeñaba como mayordomo. En el establecimiento, su padre manejaba a los  peones con manos de hierro y de la misma forma a su numerosa  familia. El látigo lo usaba a destajo, con él coloreaba las espaldas tanto de sus hijos como las de los peones. Tampoco faltaba del recado de su caballo una moderna carabina, regalo de los patrones que él lucía con orgullo.
Los domingos por la tarde Patricio aprovechaba que su padre dormía borracho para escaparse acompañado de otros dos muchachos. Con ellos recorría más de tres leguas para poder llegar hasta un caserío donde unos evangelistas oraban y alababan al señor tocando la guitarra. Para sus compañeros, de alrededor de quince años cada uno, el motivo para semejante esfuerzo era que en la improvisada iglesia estaba lleno de niñas de su edad. Para Patricio en cambio, que tenía doce años, esto poco le interesaba, su única motivación era tocar la guitarra. En los descansos de los pastores músicos corría hasta donde estaban las guitarras y se apropiaba de una. Más de una vez se ligó un bofetón por su osadía, pero a larga consiguió lo que buscaba. La mujer del pastor viendo su entusiasmo se ofreció a enseñarle. De está manera entre gloria al señor y aleluya, Patricio aprendió las primeras notas.
Desde ese momento, esperaba la borrachera dominical de su padre, con su posterior siesta que terminaba inexorablemente el lunes, con alegría.
Un domingo todo salió de la habitual rutina. Su padre ensilló su caballo y salió de la casa muy temprano para volver un poco antes del mediodía. A la hora del almuerzo rechazó la bebida que la mujer le alcanzó y tomó la comida sin decir palabra, cada tanto clavaba la miraba en Patricio, que  al sentirse observado temblaba.
Una vez que acabaron de comer, Patricio acompañó a su padre hasta el patio, donde tras un gesto de él  montó a caballo y lo siguió sin decir palabra. Antes de dejar atrás la última tranquera, el padre sin aminorar el galope y mirando a Patricio, le entregó el látigo y le dijo:
     - Cuídelo bien y hágame acordar que de vuelta en las casas lo tengo que azotar. En el resto del viaje no volvió a dirigirle la palabra ni a mirarle. Patricio tragó una a una sus lágrimas al tiempo que el látigo le quemaba las manos.
Al  llegar al caserío donde los evangelistas estaban poniendo los bancos en un gran patio, desmontaron  de los caballos. El padre de Patricio, sin pérdida de tiempo, se dirigió hacia el pastor, que al verlo venir salió a su encuentro con paso dubitativo.
-Que gusto tenerlo de visita en nuestro humilde templo…- No pudo continuar hablando, con un solo gesto el padre de Patricio lo interrumpió. Luego habló con voz fuerte para que todos escuchen y entendieran que él, Segundo Quesada era capaz de mandar hasta el propio pastor
-…. A partir de hoy nada de guitarra. Si no, alzan sus cosas y se mandan a mudar, ya lo saben. Así dio término a una larga diatriba. Todos a su alrededor escuchaban en silencio, luego dio media vuelta y se dirigió hacia su caballo.
El pastor se animó a esgrimir una tenue defensa en favor de la música
-Por favor Don Segundo, la guitarra nos ayuda para que la gente se acerque y aprenda a honrar al señor
El viejo Quesada detuvo por un momento la marcha y señalándolos con su mano sentenció
-Todos ustedes están traicionando a los patrones. Ellos, como son buenos, autorizaron esto y ustedes se reúnen para jaranear. La guitarra trae el vicio y el vicio hace los vagos, y aquí no queremos ningún vago, ¿Entendieron?           
-Si patrón Contestaron todos con la cabeza gacha. Patricio permanecía parado al lado del caballo, enrojecido por la vergüenza.
Con una paliza espectacular que lo dejó por varios días de cama terminó su primer contacto con la guitarra, pero esto no aminoró sus ansias, por el contrario, las acrecentó.
    -  Quesada, Quesada, paso tu tiempo pasa la guitarra al siguiente compañero.  Patricio salio de sus recuerdos y le entrego el instrumento al siguiente


jueves, 22 de enero de 2015

Detrás de la Cordillera
58

Los días siguientes fueron un largo calvario para los detenidos. El asesinato de Fernando fue un duro golpe para todos. La muerte del compañero sacó del interior de cada uno, eso que estaba latente. La posibilidad de salir con vida del presidio era una utopía. Muchos detenidos no se levantaban de sus camas y enfermaban, nadie conversaba con nadie, todo era tristeza y silencio. Ni la noticia de que los militares habían autorizado una visita extraordinaria, donde no sólo podrían ingresar familiares directos, cambió el estado de ánimo de los presos. Pero una vez más aparecieron los imprescindibles, esas personas que sacando temple de donde casi nada queda, se ponen al frente de las situaciones y arrastran a los demás. Poco a poco todo se fue superando, y cuando se recibieron a las visitas el estado de ánimo estaba otra vez en alto para seguir dando pelea.
Por boca de los familiares se pudieron enterar que la muerte de Fernando había puesto en serios apuros a la dictadura. La noticia de la muerte rompió el corral de la censura y apareció en algunos medios. Corresponsales extranjeros contaron al mundo pormenores del hecho y pusieron al desnudo y al conocimiento de todos, en qué condiciones eran tratados los presos políticos en Chile.
Sin ninguna duda la presión internacional dio algunos frutos. Los jerarcas del penal, no atenuaron la rígida disciplina, pero sí, en cambio autorizaron una serie de eventos. Así nació la cancha de fútbol y el primer campeonato interno, los talleres de manualidades y de teatro. También salieron de la clandestinidad las funciones de cine relatado, teniendo su horario oficial los martes y jueves después de cenar. Los militares autorizaron el ingreso de algunas guitarras, siempre que los detenidos prometieran no cantar canciones de protesta. Las guitarras pasaban de en mano en mano y cada detenido tenía derecho absoluto sobre ella unos quince minutos cada tres días. Patricio fue uno de los primeros de anotarse en la larga lista y esperaba su turno con ansiedad.
La guitarra, para Patricio, siempre había sido un imán poderoso y no podía negarse ir hacia ella. Cuando al fin le tocó su turno, buscó un rincón apartado y muy lentamente fue acariciando ese cuerpo de madera encantada. Con la primera melodía su cuerpo se llenó de éxtasis y no pudo dejar de recordar su primer encuentro con una guitarra.



miércoles, 14 de enero de 2015

Detrás de la Cordillera
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Días después de estos hechos llegaron los comandos. Comenzaron con una requisa a fondo y repartieron bastonazos a todo aquello que encontraran en su camino. De gritos, amenazas y golpes se fueron llenando todos los espacios de la cárcel, todo se inundó de una violencia demencial.
En uno de los baños, improvisaron una sala de torturas y cuando se atestó, los tormentos continuaron al aire libre, debajo de unos árboles. Por estos lugares pasaban en tandas los detenidos, no existía una selección previa cualquiera podía ser el elegido, pero a todos le hacían cantar la internacional mientras eran devastados por la electricidad o los golpes.
Al caer la tarde, la prisión era la imagen cabal de la barbarie, era una postal inequívoca del sadismo y la locura que los militares eran capaces de desatar. Cuerpos ensangrentados por doquier, llantos, quejidos y los alaridos de los últimos torturados, se confundían con los primeros pedazos de la noche. A pesar de esto los militares aún no estaban conformes. Antes de retirarse formaron a todos los detenidos en el patio y tomándose todo el tiempo del mundo seleccionaron a tres detenidos para llevárselos con ellos hasta el continente. Los elegidos, Iván Sepúlveda,  Octavio Aravena Navarro y Fernando Huidobro, ellos eran los símbolo de todos los detenidos y esto era reconocido por los militares
Esa noche no hubo cena en la prisión. Luego de un té aguado con un bollo de pan, los detenidos fueron conducidos hasta las barracas. Una vez que se apagaron las luces, en cada dormitorio comenzó una intensa tarea. Se trataba de socorrer a los presos más golpeados. El pequeño botiquín pasaba de un lado al otro y las escasas pertenencias existentes se terminaron en apenas unos minutos. Era poco lo que se podía hacer con apenas unas aspirinas y varios paquetes de gasas, pero lo importante era llegar hasta el camarada dolorido con una palabra de aliento y una mano fraterna.
Al toque de diana, unos pocos eran los habían podido dormir. Tanto en la formación como en el comedor en el momento del desayuno, el silencio y la incertidumbre era una inmensa manta que los cubría a todos. Los carceleros no eran ajenos a esta situación. Se los notaba nerviosos y hasta esquivaban las miradas directas de los presos. El propio sargento Peña que siempre estaba con la sonrisa a flor de labios y una chanza para alguno de los detenidos, esta mañana tenía el gesto adusto. Caminaba y golpeaba con su  fusta sobre los tacos de sus botas.
Un poco antes del mediodía, los malos presentimientos de todos se hicieron realidad. La reja electrificada se abrió para dar paso a una camioneta y de ella bajaron, maltrechos pero con vida Sepúlveda y Aravena Navarro. Todos los presos los fueron rodeando en el patio, pero ninguno se atrevía a preguntar, no eran necesarias las palabras. Fernando había sido asesinado.
El patio  se llenó de rostros sombríos, de cabezas gachas, de miradas hacia ninguna parte y de corazones latiendo con desesperación. El dolor era algo tangible, se podía palpar, oler, respirar, era inmenso e infinito, era una costra adherida en la piel de cada uno de los detenidos.
Mil quinientos hombres endurecidos por la cárcel, a quienes la dictadura le había arrancado la vida de esposas, hijos, hermanos, compañeros, ahora lloraban la muerte de Fernando. No era un muerto más, era el primero de caer en el presidio y esto le daba otro significado. Mil quinientos hombres endurecidos por la muerte, lloraron en silencio, con lágrimas profundas y espesas arrancadas de sus corazones ajados. Así pasaron toda la tarde, ni la lluvia  pudo retirarlos del patio, como tampoco los militares que apuntando sus ametralladoras ordenaron que se dispersaran hacia las barracas. Los detenidos estaban inundados de dolor, los carceleros de miedo.









sábado, 10 de enero de 2015


Ay Pancha, Pancha


Cada vez que llego me saltas,
me ensucias la ropa, me ladras.
Cuando duermo haces más quilombo
y si te reto crees que quiero jugar.

La edad del pavo no terminas de pasar
y rogamos que la madurez te invada
para encontrar algo de tranquilidad.
Pero no, pasa el tiempo y seguís igual.

Orejas de radar, hermana de la Luz,
la paz encontras solo al dormitar.
Si algún ruido de la calle te despierta,
se acabó la hora de la siesta.

Quisiera enojarme y gritarte pero
te conozco desde enana y sé que
no es posible abandonar este hábito
cotidiano de soportarte.

Llegaste en tu cajita-cama de cartón,
después de meses de pulular por
calles tristes y noches de hambre
que anchas huellas dejaron en tu andar.

Y viniste a nosotros, de sobra cansada
de mirar que nadie te observara,
tan sólita, tan dejada…
Hace rato terminó ese tiempo de dolor.

Si algún día no te tengo y una
tranquila existencia viene a visitarme,
sabré como lo sé ahora: prefiero
padecer esta guerra a tu insostenible ausencia.

Pancha pesada, insoportable y fea,
ojala no cambies tus formas nunca.
Aunque si el tiempo ayuda y te llega el momento
de crecer y serenarte, prometemos no enojarnos
ante el acontecimiento feliz.



Patricio López Camelo


jueves, 8 de enero de 2015

 Detrás de la Cordillera
56

A los pocos días de su llegada los hermanos eran los protegidos de todo el penal. Alguien con mucho sentido de humor los comenzó a llamar “los hermanos coraje”, tomando a los personajes de una famosa telenovela mejicana de la época. A los hermanos no les molestó el apodo y cuando eran así llamados sonreían de una manera clara y amplia.
Todos se preocupaban por los coraje, más cuando contaron la historia de su detención. Los hermanos se habían trasladado, unos días antes del golpe de estado, desde de un pequeño poblado del sur hasta los alrededores de la ciudad. Allí levantaron una casa precaria en una callampa y enseguida fueron contratados para pintar casas. Las cosas comenzaban a mejorar para los hermanos que soñaban con traer a su madre que había quedado en el sur.
El contratista comenzó a demorarse con los pagos de los jornales, en poco tiempo les estaba debiendo varias quincenas. Al término de la obra, los coraje reclamaron por sus salarios y el contratista resolvió el problema de forma sencilla. Usó algunas influencias que tenía en el cuerpo de carabineros y denunció a los hermanos como presuntos subversivos. En el destacamento los molieron a palos y los pusieron a disposición de la fiscalía militar.
En su vida, los tres hermanos jamás habían participado en política. Hasta su pueblo no había llegado el proceso de la unidad popular y las relaciones con los dueños de la tierra siguieron durante esos años de manera inalterable. Socialismo, comunismo, MIR, reforma agraria, eran palabras desconocidas para los hermanos. Cualquiera que hablara con ellos podía darse cuenta de esto y sin duda esto también lo habían percibido los interrogadores. Aún así los coraje acabaron en la cárcel.
Con el paso de las semanas los hermanos se incorporaron a las distintas tareas y a la rutina carcelaria. Varios detenidos se ofrecieron a enseñarles a leer y a escribir, si bien los tres sabían leer, lo hacían con mucha dificultad. Los coraje estudiaban con avidez, como sólo pueden hacerlo aquellos que no tuvieron las oportunidades. En poco tiempo los hermanos leían de corrido cualquier texto. Era risueño ver cuando cualquiera de los detenidos se cruzaba con algunos de los hermanos y le preguntaba:
-Coraje, ¿cuánto es ocho por ocho? El muchacho respondía seriamente, como si estuviera ante una mesa examinadora y una vez que le decían que la respuesta era acertada, sonreía a cara llena.
Una vez más, el patio de la prisión se llenó de risas y júbilo, era día de visitas. En las largas mesas se colocaban los alimentos que traían los familiares y se hacía una merienda colectiva. En un momento las voces se apagaron y todas las miradas se fijaron en una vieja mujer que era trasladada en una destartalada carretilla. La mujer toda vestida de negro se bamboleaba con el traqueteo del improvisado vehículo, pero sus manos no tomaban el borde de la carretilla sino aferraban contra su pecho una inmensa bolsa de naranjas. Los tres hermanos coraje corrieron hacia su encuentro, mientras al resto de los presentes se le llenaban los ojos de lágrimas y las voces de silencio. Pero el viejo y mítico Iván Sepúlveda, venciendo el llanto y de frente a los coraje que rodeaban a su madre, con firmeza en la voz,  comenzó a cantar la Internacional. El patio entonces, se volvió una sola voz y cientos de puños se izaron saludando el claro cielo.
Los militares miraban impávidos la escena sin saber que hacer. Los soldados, paralizados, esperaban una orden de los suboficiales y a su vez estos, buscaban a los oficiales, pero la orden de intervenir no llegaba. El teniente coronel que estaba a cargo del penal se hizo cargo de la situación tomando un megáfono en sus manos y ordenando silencio bajo pena de terminar con el horario de visitas. La orden llegó en el mismo momento que Iván Sepúlveda gritó:
-¡Compañero Salvador Allende,  presente!

-¡Presente!- Contestaron los detenidos. Luego se hizo silencio y todo volvió a la normalidad.

domingo, 4 de enero de 2015


"LA HISTORIA REPETIDA CUANDO DESAPARECE LA PELOTA”

EN 1982 COLON DE SANTA FE HABÍA VUELTO A LA B LUEGO DE 17 TEMPORADAS EN PRIMERA. ESTA VEZ VAMOS A RECORDAR LO OCURRIDO EN EL SEGUNDO ENCUENTRO JUGADO CON LOS SABALEROS EN ESA PROVINCIA LUEGO DEL REGRESO.
NOS REFERIMOS A LA FECHA 29 DEL TORNEO DE 1983 JUGADO EL 28 DE AGOSTO. ARSENAL EN PLENA CAÍDA LIBRE QUE LO COLOCO AL BORDE DEL DESCENSO, CON LA CANCHA HECHA UN LODAZAL SE PRODUCE UN HECHO ANORMAL PARA UN PARTIDO PERO COMÚN EN SANTA FE. FALTANDO 5 MINUTOS Y EL RESULTADO 2 A 1 CON EL ARBITRAJE DE MISIC (MIEDOSO Y LOCALISTA) LA PELOTA SALE AL LATERAL PARA ARSENAL EN EL COSTADO IZQUIERDO DE NUESTRO ATAQUE. LOS ALCANZA PELOTA COMO SIEMPRE HACIA RATO QUE “JUGABAN” SU PARTIDO.
RICARDO LUPO, NUESTRO DEFENSOR LATERAL, QUE TENIA EL FÍSICO DEL OGRO FABBIANI PERO MUY PETISO Y ACTÚO EN PRIMERA PARA QUILMES Y SAN LORENZO (JUGÓ 2 TEMPORADAS EN ARSENAL, ENTRE 1982 Y 1983) QUIERE REPONER RÁPIDO, EL ALCANZA PELOTA LA RETIENE PERPETUAMENTE Y LUPO LA RECUPERA AL MISMO TIEMPO DE METERLE UN PLANCHAZO COMO PARA PARTIR UN TIRANTE:
ESCÁNDALO EN EL CAMPO, LA PLATEA QUE TIRA DE TODO E INSULTA, ROJA PARA LUPO. EL ALCANZA PELOTA, QUE ERA UN “CHICO” DE CASI 40 AÑOS, ES RETIRADO, ALZADO COMO UN TROFEO POR OTRO AYUDANTE PARA QUE LO VEAN TODOS TIPO CIRCO ROMANO.
YA EN EL VESTUARIO IRRUMPE UN FACHERO SEÑOR A LOS GRITOS DE “SI NO LO DETIENE EL ARBITRO, LO VOY A DETENER YO”, Y LUPO FUE EN CANA VARIAS HORAS AMPARÁNDOSE EL DENUNCIANTE EN UNA LEY PROVINCIAL.

LA REVISTA ARSENAL CATALOGÓ AL VERDUGO COMO ”ESTE ES UN JUEZ DE LAS PELOTAS” PORQUE EFECTIVAMENTE ERA EL JUEZ GABRIEL LANTERI, QUE “CASUALMENTE” PRESENCIABA EL PARTIDO DESDE LAS PLATEAS. LUPO PERMANECIÓ DETENIDO VARIAS HORAS, AGREMIADOS PROTESTÓ LARGAMENTE, Y EL ALCANZA PELOTAS CON UNA PIERNA YA REPARADA Y REFORZADA CON CANILLERAS VOLVIÓ A SU TRABAJO, ESO SI, SIEMPRE CON LA JUSTICIA VIGILANDO DESDE LAS TRIBUNAS.