Detrás de la Cordillera
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Con el transcurso de los días se
fue poniendo al tanto de las novedades. La situación en el penal estaba en un
momento crítico. La unidad del grupo estaba a punto de quebrarse. De hecho, en
esos días, se habían conformado dos grandes grupos, por un lado, los militantes
socialistas y comunistas y, por el otro, los miristas, el mapu y militantes sociales de organizaciones menores.
Todo comenzó con una fotocopia, que nadie sabía como
había llegado al penal, de un texto de García Márquez. En este, el escritor
colombiano analizaba en la figura del presidente Allende, a todo el proceso
chileno… “La corte suprema, a quien el presidente respetó hasta sus últimas
instancias, es quien ahora bendice la tortura y los fusilamientos...” Este era
uno de los párrafos más sentido por todos los detenidos, en sus cuerpos estaba
escrita esta verdad. También, el escritor ponía blanco sobre negro las
contradicciones en el gobierno de la unidad popular.
La nota tuvo un efecto devastador, el debate jamás
realizado sobre el gobierno de la unidad popular, ahora aparecía en toda su
magnitud. Los comunistas y socialistas que hasta ese momento, apoyados en su
mayoría, habían bloqueado la discusión, ahora estaban desbordados.
En cada rincón se discutía, pero las ideas claras y el
espíritu auto-critico estaba escasamente representado. Cada organización se
cerró en sus pareceres, y no reconoció haber dado ningún paso en falso en los días del gobierno
popular. La discusión franca estuvo ausente y cada encuentro acababa con una
serie de mutuas acusaciones. Un abismo se fue abriendo entre todas las
organizaciones y el último encuentro terminó con un intercambio feroz de
insultos.
Fueron días duros. El clima era de desconfianza, las actividades comunes
estaban canceladas y cada grupo se encerraba en si mismo.
Con el correr de los días, y por el trabajo silencioso
de algunos detenidos que no estaban encuadrados en ninguna organización, se
fueron acercando las posiciones. En este grupo estaba el uruguayo Willy, que
con suma astucia comenzó a correr la voz de que la fotocopia con el texto de
García Márquez era falsa. Cada preso, sobre todos aquellos que tomaban partido
en algunos de los grupos, se sintió culpable por haber entrado en la trampa.
Con los
independientes, además de Willy, estaba un pastor metodista, Francisco Suárez, de él fue la idea de
realizar una misa en memoria de Fernando Álvarez.
Un sábado en la
cancha de fútbol, en una soleada tarde, se improvisó un púlpito rodeado de
bancos de madera que se trajeron del comedor. Un rato antes de comenzar el
pastor Suárez se acercó a Patricio y le pidió que cantara en el cierre el tema
a la memoria del compañero Álvarez.
Si bien la mayoría de los detenidos
eran ateos o como mínimo agnósticos, nadie falto a la misa. El púlpito erigido
justo en el medio de la cancha quedó rodeado de hombres que se aprestaron a
escuchar en respetuoso silencio.
Desde el púlpito
el pastor Suárez recordó a Fernando y su lucha. Contó como se habían conocido
hace muchos años atrás. Él desde la iglesia de la callampa donde realizaba su
tarea y Fernando desde el sindicato. También recordó las fraternales e
interminables discusiones acerca de la existencia de Dios. Al final remarcó…
-Las diferencias nos fortalecen,
debemos aprender a vivir con ellas, ponernos a diario en los zapatos del otro y
tratar de comprender su punto de vista. Cuando logremos despojarnos de la
soberbia que nos indica que la nuestra es la única verdad estaremos a un paso de la victoria
definitiva. El compañero Fernando comprendió como nadie esta consigna, la
unidad en la diversidad nos hace invencibles…Compañero Fernando, que Dios y los
pueblos te tengan siempre a su lado. ¡Amén!
-Amén- Repitieron miles de voces emocionadas.
Al acercarse al púlpito, a Patricio las piernas le
temblaban. Al llegar, las clavó con firmeza a la tierra y su vista buscó en el
horizonte el mar lejano. Sus manos golpearon con suavidad las cuerdas y al escuchar los primeros acordes comenzó
desgranar su grave voz.
Cuando acabó de cantar su cuerpo se
balanceaba sobre sus piernas y la emoción lo embargó de pies a cabeza. El
cerrado aplauso de sus compañeros rompió como un fino cristal las cuerdas de
sus sentimientos y las lágrimas corrieron por sus mejillas. Fue rodeado por
manos y abrazos de agradecimiento. Entre ellos estaba Iván Sepúlveda que
emocionado le dijo
-Compañero Patricio, con su bella
canción nos ha dado una lección a viejos sectarios como yo. Usted que es
integrante del MIR le ha cantado con el corazón a un comunista…- Y no pudo
continuar hablando, su voz fue cortada por un llanto profundo y un poco
avergonzada, se retiró hacia un costado.