"Detrás de la Cordillera"
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La comisión interna convoco a una
asamblea general para tratar, un reglamento interno sobre conducta y moral
obrera revolucionaria. La idea era declarar la guerra total a vicios como el
ausentismo, el robo de material fabril, el alcoholismo, el juego por dinero y
otras formas menores de corrupción. El debate fue amplio y profundo, con
posiciones encontradas, como debe ser en la democracia obrera.
-Reglamento
de moral obrera… un hermoso nombre
Comenzó diciendo el delegado de la sección
matricería a quien todos le llamaban
cariñosamente “el choclo”.
-Moral
obrera ¿dónde buscarla? ¿cómo conseguirla? ¿antes o después de la revolución?,
Muchos interrogantes y pocas respuestas… Mi punto de vista es que los
compañeros que presentaron ésta moción, pecan de voluntarismo y de vanguardismo
¡¡¡ El ausentismo y las llegadas tardes son formas larvadas de resistencia de
compañeros a quienes su estado de conciencia de clase no les alcanza para
organizarse de forma superior. El mentado reglamento nos alejara de estos sectores,
que a pesar de sus limitaciones ideológicas siguen siendo nuestros
compañeros. Es nuestra obligación estar
cerca de ellos para discutir y convencer, ‘nunca para imponer! ¡Jamás la
vanguardia se debe desprender de la masa que dice representar! Cuando esto sucede se convierte en una
patrulla ciega… y sabemos bien lo que pasa cuando esto se produce. Divisionismo es igual a derrota. Un aplauso
cerró la intervención del “Choclo” Mena.
La asamblea levantaba temperatura.
Los oradores, todos ellos respetuosos del tiempo acordado para su intervención,
marcaban con énfasis sus posturas. El resto de los trabajadores escuchaban con
atento silencio y cada tanto un aplauso, notaba la identificación de un sector
con lo expresado. Todo hacía parecer que la posición crítica al reglamento de
Mena, sería al fin la más apoyada, pero antes de ir a la votación hizo uso de
la palabra el compañero José Larraín, de
la sección mantenimiento.
-Compañeros, todos los presentes hemos oído al menos
alguna vez hablar del hombre nuevo, que encarnara como nadie el Comandante
Guevara. Cerrados aplausos de todos, luego continuó
-El hombre nuevo no es una creación literal, ni tampoco un nuevo
semidiós de una sociedad atea e igualitaria. Es una construcción, imperfecta y
por lo tanto humana, basada en los valores de la solidaridad y del
altruismo. Poner todo en función del
bien común, esa es la consigna. No hay que confundirse compañeros. ¡El hombre
nuevo se comienza a construir aquí y ahora!... Siempre debemos dar lo mejor de
nosotros, cada día doblar el esfuerzo,
sumando a los rezagados, pero esto no se logrará esto si justificamos
las dificultades de los compañeros. Debemos decir claramente que el alcohol, el
juego, el ausentismo, son los vicios con que la clase dominante se vale para
socavar la integridad moral de los trabajadores. Nosotros no crucificaremos a
ningún compañero, pero seremos implacables para desterrar los hábitos de la
burguesía de nuestra fábrica!!! …Nosotros debemos ser parte de ese hombre nuevo
que en cientos de lugares del mundo se está construyendo!!!. Aplausos y ovación
Después de las palabras de Larraín,
se pasó a votar. El reglamento fue aprobado por mayoría y también se eligió una
comisión para controlar las nuevas normas. Cuando nombraron a Patricio Quesada
como uno de los integrantes, todos los compañeros del sector soldaduras se apresuraron a saludarlo. Patricio
agradeció emocionado.
La primera medida de la flamante
comisión, fue una reunión donde se discutió cómo abordar los problemas. Se
dispuso una división en grupos y cada uno de estos se hizo cargo de un turno.
Patricio, y otros cuatro compañeros controlarían el turno noche. Ese mismo día comenzaron la tarea.
A los trabajadores con problemas de alcoholismo, se
los trató de forma individual. Se conversó con ellos para que concurrieran a
grupos de autoayuda y en algunos casos también se charló con la familia. Con
los que faltaban y llegaban tarde, se realizó una reunión sobre la importancia
de la disciplina. La discusión fue muy rica y hubo compañeros que se ofrecieron como voluntarios
para ir a buscar por sus casas, a los que se ausentaban, como una forma de
ayuda concreta.
Los sectores
más difíciles de abordar eran los relacionados con el juego y los robos. Se
realizaron charlas, sin ningún resultado positivo. El tema del juego dado su masividad era el
más preocupante. Era común ver en el vestuario, como trabajadores se jugaban a
los naipes salarios enteros. En ocasiones se hacían colectas, para algunos de
ellos que había perdido todos sus jornales en una mesa de barajas y no tenía
dinero para poder mantener a su familia.
El otro sector, éste si
minoritario, era el de los obreros que robaban piezas y herramientas. Estaban
totalmente identificados y conformaban una pequeña elite organizada para el robo.
Aún así se conversó con ellos de forma individual. Todos negaron las
acusaciones. Esto no le importó demasiado a la comisión, lo que se buscaba era
aislarlos y que les quedara claro que estaban siendo vigilados.
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