Detrás de la Cordillera
18
Los trabajadores colocaron el queso en la trampera y
se armaron de paciencia para poder atrapar a los ratones. No tuvieron que
esperar demasiado.
Las luces de
las linternas de pronto alumbraron el mameluco de color gris y un hombre se
cubrió la cara con las manos tapando el haz de luz que intentaba identificarlo.
Obnubilado por el miedo, jugó su última carta a un escape, que de antemano,
sabía imposible. Apenas si logró hacer unos pocos pasos, una sombra que
apareció de pronto frente a él, lo detuvo con un golpe que lo hizo trastabillar
y termino desparramado por el suelo.
-¡Que enciendan las luces!- Alguien
ordenó
-¿No me reconocen compañeros? Soy
Ernesto Núñez de control de calidad- Habló ya de pie, mientras se arreglaba el
mameluco, con una sonrisa nerviosa en los labios. Nadie le respondió y por la fuerza fue conducido por un estrecho
pasillo
-¿Dónde me llevan? Yo no soy
ninguna porquería para que me traten así a los empujones. ¡Qué se han creído
güevones! Gritó y trató de resistir. Cuando sintió el caño de la pistola en sus
costillas se sintió perdido y se le aflojaron las piernas. Caminó con
dificultad en silencio hasta que lo ingresaron en una oficina donde permaneció
a solas por espacio de quince minutos.
El tiempo trascurrido lo ayudó a poner las ideas en
orden y a recuperarse del miedo inicial. Cuando Patricio entró en la oficina,
Núñez decidió tomar la iniciativa y dijo en tono altanero:
-No me pueden retener aquí ¿de qué
se me acusa?-
-Estás acusado de sabotaje y de
conspirar contra el gobierno de la Unidad Popular. Respondió Patricio, quien
estaba acompañado por dos trabajadores más.
-¿Y desde cuándo ustedes son
jueces? Para mí la constitución todavía está en vigencia, a no ser que hoy a la
tarde el Chicho la haya usado de papel higiénico. Ironizó Núñez
- Sos un cabrón hijo de puta como
todos los burgueses. Ahora pedís por la constitución, pero atentas contra ella
todos los días.
- A mi me importa un carajo lo que
vos pienses, llama a los carabineros y que ellos me pongan ante un juez
- Pedís un juez porque te va absolver, ¡si son
hechos con el mismo barro!. “No hay mérito”, va a decir solemnemente, nunca
encuentran pruebas para condenar a los terroristas como vos pero durante cien
años no las necesitaron para condenar obreros Patricio fue interrumpido por las
sonoras carcajadas de Nuñez, que sin dejar de reír dijo:
-Tengo que reconocerlo, sos un chilote
inteligente. Lo que dijiste es impecable, es así, te puedo agregar más, cuando
vaya ante el juez niego todo. Voy a decir que nunca estuve en ese sector y el
juez sin preguntas me va absolver. Nuñez al decir esto miraba fijamente a
Patricio de forma desafiante
- Una vez libre voy a llamar a una
conferencia de prensa junto a mi abogado que es uno de los mejores de todo
Chile y voy denunciar que estuve secuestrado por la comisión interna. También denunciare que ustedes me quisieron
hacer firmar una declaración para involucrar
a los directivos de esta fábrica en una conspiración, y como yo me negué
fui amenazado y salvajemente golpeado
Los compañeros de Patricio rojos de furia se acercaron
a Núñez con intenciones de hacerlo callar a golpes. Patricio intervino y con un
gesto los hizo retirar. Núñez continuó:
-Les puedo garantizar que la denuncia va a
salir en primera plana de varios diarios y que famosos columnistas ya tienen
escritas sus sesudas reflexiones sobre los hechos…
Patricio, en ese instante, vio nítidamente la jugada
de la derecha, ahora los obreros eran los ratones. En verdad, él había
sospechado cuando le comunicaron que el saboteador atrapado era Núñez y por eso
había tardado más de quince minutos para interrogarlo. La información que
tenían era que pertenecía al grupo de extrema derecha Patria y Libertad, Desde
un primer momento se había pensado que él estaba atrás de los sabotajes, pero
de forma indirecta. Siempre se lo vio como la cabeza de los conspiradores en la
fábrica pero nunca como las manos. Ahora actuaba como un único cuerpo, cabeza,
manos y en un par de días, también lengua.
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