EL RESPETUOSO
SILENCIO
Era un mediodía caluroso, demasiado para ser septiembre pero
parece ser esta la peligrosa tendencia de estos tiempos de contaminación
ambiental y cambio climático.
El grabador encendido, en medio de un par de tazas de café.
Mi mirada compasiva esperando el fin de la entrevista sin sobresaltos pero
usted, usted tenía que hacer lo que su inconsciente político y realidad laboral
le ordenaba:
Entonces empezó a hablar. Y mencionó cosas como:
- “Continuación de la lucha, momento histórico adecuado,
patria grande, salvación del abismo, crecimiento económico, correlación de
fuerzas, llegada al poder, verdadera democracia…”-.
Y yo manifesté un silencio. Un silencio respetuoso, no de
asentimiento.
Pero usted lo interpretó como el punto seguido a sus palabras.
Y así dijo:
- “Tomar el poder para cambiar las cosas, integrar la
región, continuar el legado de aquellos que ya no están, frenar a la derecha
siempre golpista y antipopular…”-
Y el silencio respetuoso, ya pesado, comenzó a provocarle la
necesidad de desviar la mirada, aflojar la convicción, iniciar la matización
del tono triunfal…
Y así expresó:
-“La existencia de contradicciones, si, pero secundarias.
Nada comparables a lo logrado, al merito de resucitar el país y terminar con
los monopolios y atacar al sector financiero, ese responsable principal del
hundimiento, del diciembre 20, del 21, del 2001”-.
Y sin atender a mi pedido de cuenta al mozo, continuó
ahogando el respetuoso silencio con la demarcación de:
-“Haber terminado lo iniciado por la dictadura, iluminado lo
oscuro, señalado el camino. Y rescatado del naufragio a las mayorías…”-.
Nos saludamos con afecto, hablamos de otras entrevistas con
otros compañeros, algunos de renombre público, otros de renombre entre los
conocidos.
Y una vez ignorado por completo, silenciado absolutamente el
respetuoso silencio, concluyó marcando que:
-“Antes pensaba que se podía cambiar el mundo, pero ahora no
lo pienso: lo sé. Va a pasar inevitablemente, porque el agua cuando baja
durante mucho tiempo, termina desgastando la roca, la erosiona
irremediablemente. Y vamos a cambiar a nivel continental el orden histórico
porque ya está pasando…”-.
Me fui, pensando en las diversas formas de justificación que
tiene uno. En como precisamos que la historia nos roce y si no sucede, nos convertimos,
imaginación mediante, en protagonista aunque ella no nos registre.
Y me extrañó cómo puede ser que los que ayer juraban cambiar
el orden de las cosas, hoy cambian las cosas para no alterar el orden.
Y en como su propia versión de los hechos no contempla ni
los más respetuosos de los silencios. Mucho menos, una tibia oposición.
Patricio López Camelo
Patricio López Camelo
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