Detrás de la Cordillera
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Para Patricio todo el proceso de la
toma fue de un gran aprendizaje y había cumplido un papel destacado. En la
empresa era querido y respetado, la comisión interna lo hizo un colaborador
permanente y lo designó en una nueva tarea. A partir de ese momento fue el
responsable de la inteligencia interna de la planta. Se podía decir que era un
revolucionario de tiempo completo, así lo entendió la dirección del MIR. que lo
promovió a una instancia superior de la organización y además lo mando a hacer un
curso político militar
El año setenta y dos, año en que el gobierno de la
unidad popular había decretado la muerte del gran latifundio, terminaría para
Patricio con varias sorpresas.
Una noche al regresar de la fábrica, Elena lo esperaba
con una cena espléndida y vestida con sus mejores ropas. Al verla, Patricio
pensó que, como siempre, había olvidado la fecha de algún aniversario, pero no
podía recordar cual. Resignado preguntó:
-¿Que festejamos hoy? Elena sonriente
contestó:
-Tenemos un invitado y ante la cara
de sorpresa de su marido agregó, pero vas a tener que esperar siete meses en
conocerlo. Ahora a cenar papá, Patricio .
Cuando en la mañana siguiente ingresó en la empresa,
les contó con alegría la feliz noticia a sus compañeros más cercanos, pero
antes del mediodía casi toda la fábrica conocía el tema y un sinfín de
trabajadores se acercaron a felicitarlo.
Entre ellos estuvo Larraín que además de las felicitaciones de rigor, le
dijo que necesitaba hablar a solas con él. Acordaron una cita, para después del
horario de trabajo en un bar, donde el dueño era de absoluta confianza.
Se sentaron al aire libre en un patio interno que daba
a los fondos del local, rodeados de cajones de cerveza y sillas desvencijadas
que ya no estaban en uso. El atardecer estaba por demás caluroso y presagiaba
un verano intenso. Larraín no le dio muchas vueltas al asunto y se expresó de
forma directa.
-Mira Patricio, la
organización ha evaluado que varios
compañeros viajen al exterior a tomar un curso, y entre los elegidos estás vos-
-¿Cuándo tendría, que viajar?-
Preguntó Patricio, que no podía ocultar su ansiedad.
-En una semana, y estarías ausente
por alrededor de dos meses, el destino final ya te lo imaginarás Patricio sonrió con complicidad.
- Te pido absoluta reserva. Nadie
debe conocer que viajas a la isla. La versión oficial es que salís hacía
Venezuela para hacer un curso en soldadura industrial por intermedio de una beca del ministerio de
trabajo, oficialmente nunca habrás pisado Cuba
-Tengo que consultarlo con Elena,
no te puedo dar una respuesta en este momento-
-Por supuesto, no es nuestra
intención que nos des una respuesta ahora, hay cuarenta y ocho horas para
pensarlo. El viernes nos volvemos a encontrar y cerramos el trato. Dijo esto
Larraín bajando la voz, porque un empleado del local se les había acercado a
buscar unos cajones de cerveza
Patricio salió del bar conmovido y en el camino hasta
su casa fue pensando como abordar el tema con Elena. Fue mucho más sencillo de
lo pensado, su compañera no puso ningún reparo para el viaje. Ella se emocionó al enterarse y pidió una sola
cosa: que le trajera desde Cuba monedas para su colección, Patricio feliz como nunca, se comprometió formalmente a
cumplir con el pedido y selló su compromiso con un largo e intenso beso.
Esa noche, después de hacer el
amor, se quedaron hasta muy tarde imaginando el futuro. No había acuerdo para
el nombre de su hijo, casi a la madrugada acordaron que de ser muchacho se
llamaría Lautaro o Violeta si era nena. Patricio ya se lo imaginaba andando por
distintos pueblos de América latina, acompañado por otros miles de jóvenes,
alfabetizando, curando, levantando esa casa nueva que era el socialismo, casa
en la que hoy se estaban poniendo los primeros ladrillos.
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