Detrás de la Cordillera
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Desde su calabozo, Patricio reflexionó acerca de su
situación. Larraín y Germán estaban muertos, por el cubano no debía
preocuparse, sabia sobradamente que no se dejaría atrapar vivo y tenía en claro
que los militares no habían podido encontrar el armamento. Si resistía la
tortura salvaba las armas y él estaba totalmente convencido de lograrlo.
Sus reflexiones quedaron inconclusas al abrirse por
una vez más la puerta de su calabozo. Patricio le dio la espalda a su
carcelero, esperando que la venda cubriera sus ojos como de costumbre, pero
para su sorpresa, el guardia lo tomó del brazo y lo sacó por el pasillo.
La oficina a donde lo ingresaron era amplia y estaba
recién pintada. Por uno de los ventanales, el sol alumbraba la tarde con
total nitidez. Dos oficiales uniformados
con sus galones relucientes, lo esperaban sentados en unos mullidos sillones.
Con un gesto hicieron retirar al carcelero, quien con un golpe de taco y
girando ciento ochenta grados, salió cerrando la puerta detrás de sí. Patricio
permaneció de pie y en silencio frente a los militares.
-Nombres y apellidos completos Pregunto el oficial de mayor graduación
-Patricio Guadalupe Quesada Cuestas
-Edad, estado civil y profesión
-Veinticinco años, casado y de
oficio soldador matriculado
El interrogatorio continuaba por carriles formales y
el oficial de menos graduación volcaba todas las respuestas en un papel escrito
a máquina.
¿ Actividad gremial? - Continuó
preguntando el oficial
- Sí, tengo representación gremial,
soy delegado de mi sector y miembro de la comisión interna de la empresa
Siderúrgica Chile Sur. Contestó Patricio, inflamando su pecho de orgullo.
- ¿A que organización política
pertenece?
Patricio sin dudar
respondió:-Soy militante del Movimiento de Izquierda Revolucionario
-Remarque que el acusado reconoce
su pertenencia a la organización subversiva conocida como el MIR - El oficial le ordenó al escribiente, luego
siguió con las preguntas.
-¿Qué grado militar ostenta en la
organización?
-Ninguno, no pertenezco al frente
militar, mi militancia es únicamente sindical. Sin titubear hablo Patricio. El
interrogador se paró de inmediato al escucharlo y comenzó a gritar:
-¡¿ Que mierda te pasa güevón?! ¿ Necesitás otras
visitas a los muchachos? Yo te llevo, no tengo ningún problema, te entrego a
los perros ¿entendiste güevón?
Patricio lo miraba fijamente, no se dejaba amedrentar
por los gritos. El oficial se sintió desafiado y con un rodillazo en los
testículos lo derrumbó.
-¡Levántate cobarde, sos una marica, no te aguantás ni
un solo golpe!
Desde el suelo, hecho un ovillo y con la cara
desencajada por el dolor, Patricio estaba paralizado y no podía incorporarse.
Esto enfureció aún más al militar que lo pateó hasta cansarse.
Después de la
golpiza lo tomaron a Patricio por los brazos y lo obligaron a pararse.
-Así que vos decís que no tenés
nada que ver con el frente militar y menos con las armas. Te estas haciendo el
güevón, pero a mi no me vas cagar. ¡Cabo, traiga el otro detenido! Ordenó el oficial
Patricio se tambaleaba, apenas se podía mantener
parado, pero cuando vio que ingresaron a su cuñado escoltado por dos soldados
se le heló la sangre.
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