Entre la Autonomía y la Dominación…
Hacia los ochenta y los noventa aparecieron no sólo en la
Argentina, sino también en el resto de Latinoamérica los llamados Nuevos
Movimientos Sociales. Algo que ya desde los 70 se venían dando en Europa y que
aquí los podemos reconocer en los llamados movimientos “Piqueteros” en otras
regiones en Movimientos indigenistas, los llamados “sin tierra” en incluso en
las “Madres y Abuelas de Plaza de Mayo”. Este heterogéneo grupo se caracteriza
en líneas generales (y ojo con las caprichosas generalizaciones) en que de
alguna manera fueron escapando de la lógica de lucha tradicional que tenían por
ejemplo los gremios o sindicatos y los partidos. Hacia el 2001 el sociólogo
portugués Boaventura de Sousa Santos explicaba que esto se debía a la sencilla
razón de que las nuevas contradicciones del sistema ya no podían ser salvadas
desde los modelos tradicionales del liberalismo (en la llamada Democracia
Representativa) o del Marxismo (la lucha obrera de clases). ¿Por qué? Sencillamente
porque ¿cómo podría pedir aumento de salario un desocupado? ¿Qué clase de
justicia podría esperar una mujer cuyo hijo desaparecido fue justamente
desaparecido desde las instituciones estatales del poder? ¿A quién reclamar las
tierras que se asumen como propias por una larga tradición, si quienes se las
quedaron manejan además el poder político regional?
Los partidos políticos defienden intereses… pero no
políticos, sino económicos. Los sindicatos también, o en todo caso bajo el
sistema de representatividad permiten mantener en sus cumbres a las mismas
personas por 20 o 30 años, y algo parecido en la política desde un plano
funcional a las esferas de dominio. Estas contradicciones se dan desde el
sistema liberal de ascenso y descenso en las relaciones de la sociedad y en el
caso de las “relaciones de producción” al mejor decir marxista, en las
desigualdades tras la ya muy conocida plusvalía en el trabajo… Entonces
encontramos y en esto Sousa Santos es categórico, que las llamadas “relaciones
de RE-PRODUCCIÓN SOCIAL” escaparían a los sistemas tradicionales de enfrentarse al
poder del estado. En otras palabras, ¿cómo defenderse cuando se producen además
desigualdades entre hombres y mujeres, negros y blancos, cuando hay diferencias
religiosas, cuando no hay trabajo o cuando no existe la justicia para el pobre
y desamparado?
Así pues, Sousa Santos explica que los Nuevos Movimientos
Sociales, desde el piquete, la toma de una fábrica, la caminata alrededor de La
Plaza de mayo, el cierre de calles e incluso el saqueo son expresiones de
nuevas formas de enfrentarse o de reaccionar ante un sistema que no da ningún
tipo de respuestas desde las formas tradicionales de lucha… aparece entonces la
necesidad de cambiar las cosas, la forma de juego. Es pues urgente una
Democracia Participativa, inclusiva, sin nombres en la “techumbre del poder”,
pero claro, esto es o fue lo complicado, porque ante estas nuevas formas de
lucha y reclamo, apareció una nueva forma de política para subordinar desde el
Estado a las masas. El pensador y escritor uruguayo Raúl Zibechi explicaba ya
hacia el 2008 cómo los movimientos
sociales terminan en gran medida perdiendo su autonomía en favor de las nuevas
formas de dominación cooptativa elaboradas por gobiernos de orden popular que
fueron apareciendo en la primera década del siglo XXI en toda Latinoamérica.
Para Zibechi se produce una gran contradicción porque de
alguna manera fue la resistencia de dichos movimientos sociales al modelo
neoliberal los que hicieron posible por distintos caminos la llegada al
gobierno de personas como Lula, los Kirchner, Bachelet, Tabaré Vázquez,
Morales, Correa y Lugo. Se producirá entonces una subordinación (según Zibechi)
de los movimientos a los gobiernos, o una desmovilización o fragmentación de
sus iniciativas producto en gran parte porque serían seducidos a colaborar
políticamente a cambio de subsidios y cargos. De esta manera en la relación del
Estado y los movimientos, para este autor más que permitir una autonomía se
produce una directa dominación.
Esta es la manera en que desde el gobierno,
con su discurso de integración y emancipación, en realidad practica políticas
estatales de control sobre la población. De alguna manera explica Zibechi, hay
un desplazamiento de las políticas neoliberales de la derecha elitista de tinte
privatizador y tradicional, a controlar directamente a los movimientos que luchan
contra esa elite a través de redes clientelares desde la burocracia estatal.
Otra característica, es utilizar directamente a las organizaciones sociales
desde su conocimiento directo sobre los territorios de pobreza, es decir en los
barrios, al cooptarlos de manera sutil con planes de desarrollo social de
integración y ciudadanía.
Estas prácticas logran subsumir entonces a
estos movimientos en donde se observa por un lado el desahogo aliviador de la
pobreza, pero sin la modificación efectiva de la distribución de la riqueza. De
esta manera Zibechi remarca que no se evita la concentración de ingresos en los
sectores dominantes, no se transforman los aspectos centrales del modelo
anterior, y además por otro lado se neutraliza la capacidad organizativa de los
movimientos en cuanto a su reacción contestataria antisistémica. Se puede
agregar a esto que también se obtura su crecimiento.
Estas políticas son “una clara ofensiva
contra la autonomía”, dice el autor, puesto que los gobiernos adoptan por un lado el lenguaje
de los movimientos, a quienes dice representar en sus intereses y sobre los
cuales sostienen que fomentan una autonomía crítica pero finalmente refuerza la
reproducción del modelo y el control social.
Para pensar, no?
Fernando Claudio Torres
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