jueves, 5 de marzo de 2015

Detrás de la Cordillera
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De a poco, la vida en la cárcel volvió a la normalidad. Las actividades en común se reanudaron  y hasta se agregaron nuevas, si bien las acusaciones lanzadas por cada grupo habían abierto heridas, con el correr del tiempo todo fue pasando al olvido.
 A  Patricio su canción le permitió pasar a ser un personaje conocido en todo el penal. Cuando se dirigía a cualquiera de las barracas, siempre encontraba una invitación para arrimarse a una charla,  una ronda de té o una pitada a los siempre escasos cigarrillos.
Con las próximas visitas Patricio tuvo dos sorpresa, una grata y la otra, no tanto. Junto con su madre vino una de sus hermanas, Leticia quien estaba casada con un militar de la marina. Patricio valoró  el esfuerzo y también el peligro que representaba tanto para su hermana, como para su cuñado esta visita. En cambio la ausencia de Elena era un espacio vacío y doloroso.  Le  pregunto a su madre por su mujer y esta respondió, que mandaba saludos y que no debía preocuparse, Elena estaba bien. No volvió a preguntar, entendía en el silencio de su madre que algo funcionaba mal.
Por varios días sus compañeros lo vieron caminando solo por el patio, evitando a los demás. Patricio elegía la soledad, todos sus pensamientos estaban con Elena. Necesitaba verla quería saber por boca de ella lo que estaba pasando.
 Una tarde caminaba solo por el patio, perdido en sus pensamientos, cuando al penal ingresó un jeep. Los guardias se apresuraron para tomar sus lugares y avisar al oficial de guardia, era el coronel, jefe del penal. El aire se llenó de órdenes y los detenidos fueron llamados a formar de inmediato.
 Patricio lentamente tomó su lugar. Una vez ubicado divisó que junto al militar estaba un detenido y enorme fue su sorpresa al reconocer a Guillermo Paniqueo.
El coronel con gestos ampulosos daba órdenes a diestra y siniestra. Un soldado le alcanzó un megáfono, para luego desaparecer corriendo hasta la formación donde los demás estaban en posición de firme.
Megáfono en mano, el coronel comenzó con el discurso:
- Soldados de Chile, aquí tenemos un peligroso subversivo. Y señaló a Guillermo Paniqueo.
-Es un enemigo de la patria y por la tanto lo es también de nuestro glorioso ejército, pero tiene un coraje  tan grande como esta isla. Durante días enteros fue maltratado y de su boca no salió ni un solo nombre. La piel le fue arrancada a lonjazos y luego se lo tiró en un barranco por que se lo creía muerto. Días después fue hallado por unos arrieros y entregado a las autoridades. En la enfermería donde fue alojado no se podía entrar por el olor a podrido que salía de su cuerpo. Nunca se quejo, jamás pidió clemencia. Un hombre integro. Y señalo a Paniqueo que sonrió con timidez
-Es un chileno cabal, hecho de la mejor madera y es una pena que halla perdido el rumbo e ingresado en las filas del enemigo. Quiero para mi tropa la misma madera, impregnada de coraje para defender sus convicciones, así  quiero que sean mis soldados. Porque nadie podrá decir jamás que nuestras armas han derrotado a un enemigo cobarde y esto, magnifica y enaltece la naturaleza de  nuestra causa  y también la grandeza de nuestra victoria.¡Soldados! Presenten armas, al prisionero Guillermo Paniqueo, saludo! ….UNO !!!
El jeep desapareció y en él, el coronel. Guillermo en cambio se quedo parado en el medio del patio. Patricio fue el primero en acercarse a saludarlo.





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