jueves, 26 de febrero de 2015

Detrás de la Cordillera
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Con el transcurso de los días se fue poniendo al tanto de las novedades. La situación en el penal estaba en un momento crítico. La unidad del grupo estaba a punto de quebrarse. De hecho, en esos días, se habían conformado dos grandes grupos, por un lado, los militantes socialistas y comunistas y, por el otro, los miristas, el mapu y militantes sociales de organizaciones menores.
Todo comenzó con una fotocopia, que nadie sabía como había llegado al penal, de un texto de García Márquez. En este, el escritor colombiano analizaba en la figura del presidente Allende, a todo el proceso chileno… “La corte suprema, a quien el presidente respetó hasta sus últimas instancias, es quien ahora bendice la tortura y los fusilamientos...” Este era uno de los párrafos más sentido por todos los detenidos, en sus cuerpos estaba escrita esta verdad. También, el escritor ponía blanco sobre negro las contradicciones en el gobierno de la unidad popular.
La nota tuvo un efecto devastador, el debate jamás realizado sobre el gobierno de la unidad popular, ahora aparecía en toda su magnitud. Los comunistas y socialistas que hasta ese momento, apoyados en su mayoría, habían bloqueado la discusión, ahora estaban desbordados.
En cada rincón se discutía, pero las ideas claras y el espíritu auto-critico estaba escasamente representado. Cada organización se cerró en sus pareceres, y no reconoció haber dado  ningún paso en falso en los días del gobierno popular. La discusión franca estuvo ausente y cada encuentro acababa con una serie de mutuas acusaciones. Un abismo se fue abriendo entre todas las organizaciones y el último encuentro terminó con un intercambio feroz de insultos.
Fueron días duros. El clima  era de desconfianza, las actividades comunes estaban canceladas y cada grupo se encerraba en si mismo.
Con el correr de los días, y por el trabajo silencioso de algunos detenidos que no estaban encuadrados en ninguna organización, se fueron acercando las posiciones. En este grupo estaba el uruguayo Willy, que con suma astucia comenzó a correr la voz de que la fotocopia con el texto de García Márquez era falsa. Cada preso, sobre todos aquellos que tomaban partido en algunos de los grupos, se sintió culpable por haber entrado en la trampa.
 Con los independientes, además de Willy, estaba un pastor metodista,  Francisco Suárez, de él fue la idea de realizar una misa en memoria de Fernando Álvarez.
 Un sábado en la cancha de fútbol, en una soleada tarde, se improvisó un púlpito rodeado de bancos de madera que se trajeron del comedor. Un rato antes de comenzar el pastor Suárez se acercó a Patricio y le pidió que cantara en el cierre el tema a la memoria del compañero Álvarez.
Si bien la mayoría de los detenidos eran ateos o como mínimo agnósticos, nadie falto a la misa. El púlpito erigido justo en el medio de la cancha quedó rodeado de hombres que se aprestaron a escuchar en respetuoso silencio.
Desde el púlpito el pastor Suárez recordó a Fernando y su lucha. Contó como se habían conocido hace muchos años atrás. Él desde la iglesia de la callampa donde realizaba su tarea y Fernando desde el sindicato. También recordó las fraternales e interminables discusiones acerca de la existencia de Dios. Al final remarcó…
-Las diferencias nos fortalecen, debemos aprender a vivir con ellas, ponernos a diario en los zapatos del otro y tratar de comprender su punto de vista. Cuando logremos despojarnos de la soberbia que nos indica que la nuestra es la única verdad  estaremos a un paso de la victoria definitiva. El compañero Fernando comprendió como nadie esta consigna, la unidad en la diversidad nos hace invencibles…Compañero Fernando, que Dios y los pueblos te tengan siempre a su lado. ¡Amén!
-Amén-  Repitieron miles de voces emocionadas.
Al acercarse al púlpito, a Patricio las piernas le temblaban. Al llegar, las clavó con firmeza a la tierra y su vista buscó en el horizonte el mar lejano. Sus manos golpearon con suavidad las cuerdas y al  escuchar los primeros acordes comenzó desgranar su grave voz.
Cuando acabó de cantar su cuerpo se balanceaba sobre sus piernas y la emoción lo embargó de pies a cabeza. El cerrado aplauso de sus compañeros rompió como un fino cristal las cuerdas de sus sentimientos y las lágrimas corrieron por sus mejillas. Fue rodeado por manos y abrazos de agradecimiento. Entre ellos estaba Iván Sepúlveda que emocionado le dijo
-Compañero Patricio, con su bella canción nos ha dado una lección a viejos sectarios como yo. Usted que es integrante del MIR le ha cantado con el corazón a un comunista…- Y no pudo continuar hablando, su voz fue cortada por un llanto profundo y un poco avergonzada, se retiró hacia un costado.


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