viernes, 14 de febrero de 2014

BARÓN DEL CONURBANO (Parte II)



Al señor le gusta que lo esperen.
En su cómoda oficina imagina la transpiración en
Las manos de quien viene a pedirle algo, a una
Reunión política o a agradecer un favor.

Disfruta especialmente en verano, cuando mira
Su enorme aire acondicionado e imagina los nervios
De quien lo espera del otro lado. Entonces le dice
A su joven y despampanante secretaria, rigurosamente
Reemplazada cada 6 meses, “hágalo pasar”.

Las reuniones que más aprecia son las que juega de local,
En su municipalidad fortalecida por su patota, los adulones
Que lo rodean y los escribas, seudo-intelectuales, que le
Preparan los discursos y soplan las respuestas.
(Si, esos que creen que sus libros cuentan mejor la historia que
Mis acciones).

Sus encuentros favoritos son con aquellos que ayer lo
Despreciaron, ningunearon o simplemente prestaron poca
Atención. Hoy, vuelven a “negociar” (chistosa forma de
Llamar a la subordinación en que los tengo bailando ahora).

No es tonto (no lo soy). Cuando vienen los jefes, viste al municipio
De fiesta, activa a sus mensajeros barriales y reparte, generoso,
Los víveres necesarios para que el aturdimiento disemine la
Celebración por los principales rincones de la ciudad, (aunque
Si debo elegir, con el centro me basta).

Entonces se saca fotos con el dueño del proyecto de país
Proyectado al corto plazo y saluda, desde lo alto, a sus masas
Fervientemente convocadas por la necesidad más paupérrima.

Siempre existe algún grupito, periodista o idealista (esos que si no
Compro, asusto o mato) que remueve el avispero un poco hasta que la
Noticia deja de ser novedad y la gente se fija en otra cosa.
Por eso gobierna (por eso gobierno).

Y será hasta la próxima campaña, cuando deba
Salir con mayor frecuencia de su fortaleza,
Que deberá cambiar a sus soldados, eliminar algunos
Oficiales y someter a sus generales al voto de confianza.
(Porque aprendí que todos los hombres son buenos,
Pero si se los vigila, son mejores)

Mientras tanto, a llenar cuentas (total, nadie se fija),
A comprar tierras (antes que no quede ninguna),
A vigilar testaferros (son tiempos duros para confiar)
Y a rezar: (solo de vez en cuando porque Dios está en otra y yo ya tengo jefe)
Que la desmemoria siga blanqueando las mentes de esta

Sociedad de giles que tan bien sé manejar.


Patricio López Camelo

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