sábado, 21 de junio de 2014



EL MUNDO RECIÉN PINTADO


Los ojos son grandes y están bien abiertos.

A pesar de lo difícil que le es fijar la vista, se toma los segundos necesarios y trata de no perder mirada a nada: ni a mí, que estoy como ausente, ni a los colores, ni a su papá.
Tampoco a los demás pasajeros o a la simple funda de goma del asiento.
Todo lo absorbe.

Por momentos me mira fijo, inspecciona mis facciones, vigila mis movimientos, observa mis gestos faciales. Yo que estaba, ya dicho, en otro lugar mental, tuve que volver.

Y al verlo volví a sonreír y recordé que no todo es tan complicado. Vi en él, que carga con un par de meses de estar con nosotros en esto que a los más viejos nos parece una jungla, el brillo de lo nuevo. La posibilidad de otro futuro mejor, la ansiedad de estar comenzando a conocer lo que lo rodea.

Y comprendí que el mundo está recién pintado para él. Fresco y nítido, alegremente ruidoso aún.

El viaje se hizo feliz a pesar de que su papá lo cargo entre sus brazos y se juntó con su mamá para irse los tres de ese colectivo de sábado.

Y noté su ausencia.

Ya no había un par de ojos tiernos que me miraran y nos siguieran a todos, como recordándonos que no tenemos ningún derecho a pintar de gris los brillantes colores que él ve y que, alguna vez nosotros, supimos apreciar fascinados.


Patricio López Camelo

No hay comentarios:

Publicar un comentario