domingo, 28 de septiembre de 2014






LOS FUEGOS DE LA POBREZA: HUELLAS

La pobreza deja huellas: Indelebles, imborrables.
Son huellas como un tatuaje, que con algo de trabajo y esfuerzo podemos hacer menos brillantes y fuertes. Pero no se van.
La pobreza carcome el inconsciente y calibra nuestras acciones cotidianas aún cuando creemos que la dejamos atrás, en un pasado remoto al cual no queremos volver.
La pobreza cae sobre nosotros como la neblina de las noches de invierno, vuelve infernales las madrugadas de frio y su fuego nunca se extingue del todo.
La pobreza tiene caras: de barro interminable, de pies descalzos, de hacinamiento obsceno, de lluvias largas, de ostentación violenta, de brutal aculturamiento, de colonización ideológica: de pervertida culpa por ser pobre.
La pobreza es palabra prohibida de muchos discursos, temática fácil y bien vista en muchos otros.
Está prohibido nombrarla en ciertos barrios, recintos, ámbitos. Frente a determinadas personas. Y se la cree una mera anécdota del pasado ya pisado.
La pobreza escupe en la cultura de quienes son pobres y por ende no tienen, según otros, cultura.
La pobreza, ante su hambre, se alimenta de las palabras que deben tragarse los pobres, obligándolos a expresarse con la violencia total. Muda.
La pobreza lanza palabras sordas según quien las pronuncie y donde las pronuncie.
La pobreza es una palabra que por ser pronunciada por los sin voz, carece de medios de difusión.
La pobreza es identidad perversa, como perverso aceptar su existencia.
La pobreza es nieta del sistema, hija de la injusticia, hermana del dolor y la violencia, madre de la ira y el rencor, sobrina del abuso, tía de la perversión: Producto de las acciones humanas.
La pobreza es la condición de muchos que permite la felicidad de otros, pocos.
La pobreza es un estado humano sobre el cual escribir no sirve absolutamente de nada si nos sentimos bien tras haber escrito sobre ella.
La pobreza debe ser combatida con la total inaceptación de su existencia.
La pobreza deja huellas: indelebles, imborrables…



Patricio López Camelo

No hay comentarios:

Publicar un comentario