domingo, 14 de diciembre de 2014

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EL RESPETUOSO SILENCIO


Era un mediodía caluroso, demasiado para ser septiembre pero parece ser esta la peligrosa tendencia de estos tiempos de contaminación ambiental y cambio climático.
El grabador encendido, en medio de un par de tazas de café. Mi mirada compasiva esperando el fin de la entrevista sin sobresaltos pero usted, usted tenía que hacer lo que su inconsciente político y realidad laboral le ordenaba:
Entonces empezó a hablar. Y mencionó cosas como:
- “Continuación de la lucha, momento histórico adecuado, patria grande, salvación del abismo, crecimiento económico, correlación de fuerzas, llegada al poder, verdadera democracia…”-.
Y yo manifesté un silencio. Un silencio respetuoso, no de asentimiento.
Pero usted lo interpretó como el punto seguido a sus palabras. Y así dijo:
- “Tomar el poder para cambiar las cosas, integrar la región, continuar el legado de aquellos que ya no están, frenar a la derecha siempre golpista y antipopular…”-
Y el silencio respetuoso, ya pesado, comenzó a provocarle la necesidad de desviar la mirada, aflojar la convicción, iniciar la matización del tono triunfal…
Y así expresó:
-“La existencia de contradicciones, si, pero secundarias. Nada comparables a lo logrado, al merito de resucitar el país y terminar con los monopolios y atacar al sector financiero, ese responsable principal del hundimiento, del diciembre 20, del 21, del 2001”-.
Y sin atender a mi pedido de cuenta al mozo, continuó ahogando el respetuoso silencio con la demarcación de:
-“Haber terminado lo iniciado por la dictadura, iluminado lo oscuro, señalado el camino. Y rescatado del naufragio a las mayorías…”-.
Nos saludamos con afecto, hablamos de otras entrevistas con otros compañeros, algunos de renombre público, otros de renombre entre los conocidos.
Y una vez ignorado por completo, silenciado absolutamente el respetuoso silencio, concluyó marcando que:
-“Antes pensaba que se podía cambiar el mundo, pero ahora no lo pienso: lo sé. Va a pasar inevitablemente, porque el agua cuando baja durante mucho tiempo, termina desgastando la roca, la erosiona irremediablemente. Y vamos a cambiar a nivel continental el orden histórico porque ya está pasando…”-.
Me fui, pensando en las diversas formas de justificación que tiene uno. En como precisamos que la historia nos roce y si no sucede, nos convertimos, imaginación mediante, en protagonista aunque ella no nos registre.
Y me extrañó cómo puede ser que los que ayer juraban cambiar el orden de las cosas, hoy cambian las cosas para no alterar el orden.
Y en como su propia versión de los hechos no contempla ni los más respetuosos de los silencios. Mucho menos, una tibia oposición.


Patricio López Camelo   

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