miércoles, 22 de enero de 2014

"Detrás de la Cordillera"
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Cuando volvió a la fábrica, después de los días de reposo, se sintió emocionado con las muestras de cariño que recibió de sus compañeros. Nunca se esclareció el hecho de las hojas de afeitar ni se pudo hallar al responsable, pero nadie dudaba que se había tratado de un atentado. Fue un gran llamado de atención, que la comisión interna no dejó pasar por alto y tomó nota. Días difíciles se avecinaban para los trabajadores de la empresa y de todo Chile.
Elena había comenzado a estudiar en la universidad y el tiempo que podían compartir era escaso, pero aun así la pareja se consolidaba. Los fines de semana repartían el tiempo entre la militancia y las visitas a los familiares. La familia de Elena no estaba comprometida en militancia alguna, pero eran muy buena gente, sobre todo las hermanas, que le habían tomado mucho cariño a Patricio. Los almuerzos dominicales eran totalmente distendidos y tranquilos. En cambio, cuando les tocaba visitar la casa de la madre de Patricio las cosas se tornaban radicalmente opuestas. La madre de Patricio, Flora, era maestra de toda la vida, y afiliada al socialista desde el mismo momento que abandonó al marido, después que este le propinara una paliza monumental. Todos sus hijos e hijas  eran comunistas o socialistas,  La única excepción, era Leticia que estaba casada con un militar de la marina. Los domingos,  la casa de los Quesada se convertía en un plenario de la izquierda chilena.
      Cuando Patricio les comunicó que había ingresado al MIR, ningún miembro de su familia le dijo nada, aunque tampoco nadie lo felicitó. Uno de sus cuñados comentó en son de broma: que a partir de ahora estaba toda la izquierda representada en la mesa familiar. Nadie festejó el chiste. Por un par de domingos la situación estuvo tensa, después todos se fueron acostumbrando a la idea y respetaron la decisión tomada.
Elena, en cambio, la aceptó a regañadientes. Lo que más le molestó, fue el hecho de que la decisión había sido tomada unilateralmente; así pensaba y así se lo hizo saber
-En un tema de esa índole, que nos compromete a los dos, no puede ser sólo tuya la decisión. ¿Para qué somos una  pareja? Los dos tenemos las mismas atribuciones
Estaba totalmente ofendida con la actitud de su marido. Patricio reconoció sinceramente su error, pero no podía hacer otra cosa que pedir disculpas. Elena no las aceptó y además se negó terminantemente a militar en las filas del MIR.
Días después un hecho vino a empeorar la situación. Una mujer la visitó y le pidió si podían intercambiar unas palabras. Elena la conocía de vista, de alguna actividad política y la tenía identificada como una militante del MIR, la hizo pasar y compartieron un café.
La mujer fue directamente al grano, demostrando no tener ni un mínimo de tacto:
-Lo que quiero comunicarte no es nada personal. Si no fuera por pedido de la organización, no estaría en este lugar porque no me gusta meterme donde no me llaman.
-Comparto esto, pero me parece que no sos demasiado consecuente con tus ideas Ironizó Elena, mostrando los dientes para la pelea. La mujer no acusó recibo y continuó como si nada hubiera escuchado
-Cuando uno toma la decisión de ingresar en una organización revolucionaria como la nuestra debe aprender, y rápidamente, que todas las opiniones personales deben tratarse en el colectivo
-A mí me parece muy bien que se manejen de esa forma, pero es tu organización, no la mía. Y por lo que parece mi marido ya fue al confesionario y ahora me vienen a exorcizar.   Elena jugaba con la ironía pero su rabia aumentaba.
La mujer se acomodó en el sillón, resopló con fastidio, luego continuó.
-Creo que nos estamos yendo de tema y es conveniente volver a él. Nosotros hemos evaluado que vos tendrías que replantear tu posición con respecto de la militancia de tu compañero. Nos parece, sin ánimo de ofender, que es pequeño burguesa….
Elena enrojeció de furia y estalló
-No lo voy a permitir, te vas inmediatamente de esta casa!!!  Y señaló la puerta. Cuando se quedó a solas se puso a llorar.
Patricio, al volver a la casa, encontró la carta arriba de la mesa. Allí, Elena  le explicaba  lo sucedido por la tarde y también le comunicaba que por el momento necesitaba estar sola unos días. Patricio quedó devastado pero sin perder tiempo salió a buscarla. Mayúscula fue su sorpresa, cuando no encontró Elena en casa de sus padres, pero no se desanimó y fue hasta la universidad. Allí tampoco la encontró y volvió para su casa
Al abrir la puerta de calle, el corazón le dio un brinco. Había luz en la cocina y eso indicaba que Elena estaba de vuelta. La conversación fue muy dura. Patricio se tuvo que hacer cargo de todos los errores  Al final acordaron que a partir de ese momento en la militancia cada uno era un ser totalmente independiente, pero en el caso que una de las partes con su decisión comprometiera a la otra, esta tenía que estar al tanto. El sol asomaba cuando  ya reconciliados se metieron en la cama.


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